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DECLARACIÓN DEL CONSEJO DE IGLESIAS DEL MEDIO ORIENTE A LAS IGLESIAS DEL MUNDO Y SUS INSTITUCIONES

El texto original fue publicado en MECC el 20 de agosto de 2020. Traducción y publicación por Maronitas.org con la autorización expresa y cortesía de The Middle East Council of Churches.

Foto: Diego Ibarra Sánchez / The New York Times


El apoyo a la devastada ciudad de Beirut

y a su angustiada gente


¡Cristo, en verdad, ha resucitado! Durante dos mil años, los cristianos de Oriente Medio han estado proclamando continuamente la Resurrección de Cristo para expresar al mismo tiempo su fe y su enfrentamiento con la muerte, la mayor amenaza para la humanidad y la creación. Debido a su vivacidad religiosa, cultural y comercial y a su presencia en el corazón del mundo antiguo, su región no fue realmente testigo de la verdadera paz, excepto en períodos intermitentes. De hecho, era en la mayoría de los casos, una encrucijada, un lugar de encuentro y punto de partida por un lado, y una arena para conflictos y confrontaciones por el otro. Debido a los furiosos conflictos y guerras, durante más de medio siglo, el Oriente Medio ha sufrido tremendamente la violencia, el extremismo y la matanza, desarraigando a sus habitantes de sus tierras y desplazándolos, alterando su destino y socavando la dignidad humana.


El 4 de agosto de 2020, una horrenda explosión golpeó Beirut devastando la capital y sumergiéndola en la oscuridad, la sangre y el dolor, horrorizando a la población. Hoy en día, la mitad de la ciudad está completamente destruida, causando más de 177 víctimas, 30 desaparecidos, más de un centenar en condiciones críticas y miles de heridos, entre ellos hombres jóvenes, mujeres y niños... más de 300.000 beirutíes se encuentran hoy sin hogar, han perdido sus casas, sus seres queridos, sus amigos, sus negocios, sus oficinas, sus medios de vida, el futuro de sus hijos. Además, tres grandes hospitales, muchas iglesias, mezquitas, escuelas y universidades están destruidos... casas vaciadas de sus habitantes, el desorden, los escombros, la destrucción y las ruinas reinan en las calles. La gente, está rota, traumatizada e incapaz de comprender la magnitud del shock. La tragedia aturdió al mundo entero y estremeció la conciencia del pueblo, empujando a los países y organizaciones a apresurarse a ayudar a esta ciudad de larga data y a sus angustiados ciudadanos.


A pesar de las muchas tragedias que ha enfrentado, Beirut nunca cerró sus puertas a los desplazados palestinos, iraquíes y sirios... En cambio, dio la bienvenida a todos con los brazos abiertos y se convirtió en un foro mundial para la civilización, el arte, la cultura, la educación, el remedio y el turismo. Beirut sufrió y sigue sufriendo la destrucción, el desplazamiento y la humillación, pero su gran historia, su rico patrimonio cultural y el modelo de convivencia como realidad existencial, independientemente de las afiliaciones religiosas, étnicas, políticas e intelectuales, reflejan y transmiten una misión única. Beirut es un foro de pueblos y civilizaciones, y los libaneses son una nación de inspiración y creatividad.


Beirut no teme a los desastres. Más bien teme a aquellos que no respetan su estatus y misión y alteran la dignidad humana en su seno. Esta no es una forma válida de construir naciones y cuidar de los ciudadanos. ¿Acaso el Líbano no ha soportado suficiente corrupción y mala gestión durante los últimos siglos, lo que ha llevado a dificultades financieras y, con el tiempo, a niveles de pobreza y miseria sin precedentes? ¿No es ya asfixiante debido al desempleo, el colapso de las instituciones y el sistema bancario y la propagación de la pandemia de la coronavirus? La reciente explosión destruyó la última esperanza del pueblo libanés de salir de la crisis sin ayuda externa. Hoy en día, Beirut necesita desesperadamente a los demás, a sus amigos y partidarios.


Beirut está agradecido por todos aquellos que vinieron en su ayuda desde todas partes del mundo. Las pérdidas excedieron las expectativas en varios niveles, ya sea humano, material o espiritual... Reconstruir la piedra no es suficiente. Es más bien necesario «reconstruir» al ser humano que fue herido por el horror del mal y sus repercusiones destructivas. Es necesario restablecer la cohesión social entre los habitantes de Beirut y restaurar la vida, la convivencia, la alegría, la literatura y las artes, lejos de las cuotas políticas y del extremismo sectario. Es imperativo garantizar un sentido de seguridad para aquellos que fueron traumatizados por la muerte.


Desde su creación en 1974, el Consejo de Iglesias de Oriente Medio (MECC) siempre ha estado al lado de los oprimidos y de los desesperados, de los que sufren y de las víctimas de la guerra. Estuvo al lado de las víctimas de las políticas fallidas y los desastres naturales. Estuvo al lado de Beirut durante y después de la guerra civil (1975-1990), la invasión israelí del Líbano meridional en 1982 y la guerra de julio de 2006. Hoy en día, también está junto a Beirut, movilizando todo su capital humano y material, contando con sus asociados de todo el mundo y con su apoyo y respaldo.


Partiendo de su misión y razón de ser, el Consejo hizo un llamamiento a las iglesias del mundo y a sus instituciones asociadas para que ayudaran a Beirut y a su pueblo. Hace un llamamiento a las iglesias miembros de todos los países de Oriente Medio para que apoyen a los beirutíes, curen sus heridas, muestren su solidaridad y ayuden a sus líderes espirituales a cumplir con sus responsabilidades humanas, morales y espirituales. El Consejo también hace un llamamiento a los Estados, instituciones internacionales y pueblos del mundo para tender una mano amiga y defender a los afligidos y a los inocentes. Hoy en día, cada movimiento, por simple que sea, cada acto de generosidad, por pequeño que sea, y cada palabra de empatía, tienen un gran valor humano y contribuyen a fortalecer el vínculo fraternal entre los seres humanos.


El Consejo de Iglesias de Oriente Medio reitera los principios básicos que pueden restaurar la misión de Beirut y la dignidad y la vida de sus residentes, y pide a todos los funcionarios que ayuden a establecer normas firmes destinadas a defender a la humanidad y sus causas justas en esta ciudad:


  1. La dignidad humana trasciende todos los rangos y soberanías porque los seres humanos son creados a imagen y semejanza de Dios. Incluye principalmente el derecho a la vida, la libertad de expresión y la religión sin comprometer la dignidad del otro.

  2.  La importancia de revelar la verdad e identificar a los responsables evitará que la tragedia se repita. Este es el derecho básico de todas las víctimas y de todo el pueblo libanés. A menos que no se revele la verdad, los seres humanos seguirán en peligro de perder su característica humana y su razón de ser.

  3. Mantener la necesidad de seguridad, protección, trabajo, alimentación, medicamentos y educación como necesidades básicas de la dignidad humana, así como proporcionar apoyo psicológico y espiritual a las víctimas y a los traumatizados, es renovar al ser humano como componente esencial del tejido social.

  4. Salvaguardar la libertad religiosa y la diferencia de opiniones, gestionar el pluralismo y la diversidad de forma juiciosa y sabia para prevenir conflictos, es la forma de lograr una ciudadanía igualitaria y un verdadero sentido de pertenencia que permita restaurar la imagen de Beirut como modelo único de convivencia.

  5. La puesta en marcha de un proyecto de rehabilitación rápida de casas y edificios históricos demolidos, contribuirá sin duda a la preservación del tejido social de Beirut y de su entorno cultural y arqueológico.

  6. Establecer un sistema político sólido en el Líbano que no se base en la corrupción como medio de ejercer el poder, ni en el empobrecimiento y la inanición del pueblo como medio de acumular riquezas, ni en la violencia como medio de silenciar a quienes reclaman sus derechos legítimos. El buen y justo gobierno, así como el cuidado del pueblo, son la base de la política estatal. Lo mínimo que un verdadero ciudadano puede pedir es un establecimiento adecuado del Estado, un buen gobierno y la responsabilidad de aquellos que eligió para dirigir su país y sus asuntos.


El Consejo de Iglesias de Oriente Medio pide al mundo que rece por las víctimas inocentes de la explosión de Beirut, para que esta tragedia no se repita en ninguna parte del mundo.


El MECC cree que la resurrección de Beirut es responsabilidad de los libaneses, ya que sólo saben cómo reconstruirla, preservando su misión, como lo han hecho repetidamente a lo largo de la historia. ¡Beirut es suya! ¡Y ellos son sus guardianes! Es cierto que esta tragedia ha obstaculizado y conmocionado a los beirutíes, pero el Señor de la esperanza es capaz de aligerar esta carga, iluminarlos con la resurrección de Cristo, plantando las semillas de la esperanza en sus corazones, e inspirarlos para que se aferren a su grito de fe, que emana de sus corazones, hasta que se levanten victoriosos sobre el mal y la muerte: ¡Cristo ha resucitado!

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