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MEMORÁNDUM «SOBRE EL LÍBANO Y LA NEUTRALIDAD ACTIVA»

El original fue publicado en árabe, francés e inglés. La traducción al español fue realizada por la Eparquía Maronita de México por la Comisión Eparquial para la Liturgia. Fechado el 7 de agosto de 2020 y hecho público por Su Beatidud Bechara Pedro Card. RAI el lunes 17 de agosto de 2020.

Memorándum

Sobre el Líbano y la neutralidad activa

En la homilía del 5 de julio de 2020, hice un llamamiento a las Naciones Unidas para que «trabajaran en pro de la consolidación de la independencia y la unidad del Líbano, la aplicación de las resoluciones de las Naciones Unidas que le conciernen y el reconocimiento de su neutralidad». La neutralidad del Líbano es, en efecto, la garantía de la unidad del país y de su lugar histórico, especialmente en este período de cambios geográficos y constitucionales. La neutralidad del Líbano es su fuerza y la garantía de su estabilidad. Se trata de un Líbano neutral que podría contribuir a la estabilidad de la región, a la defensa de los derechos de los pueblos árabes y a la causa de la paz, así como a la creación de relaciones justas y seguras entre los países del Oriente Medio y Europa, debido a su lugar en la orilla del Mediterráneo.

Nuestro llamamiento a la neutralidad ha recibido una amplia aprobación de diversas creencias y partidos políticos, con la publicación de muchos artículos a favor de la iniciativa, aunque también ha habido algunas reservas y preguntas. Por eso consideré necesario publicar este memorándum sobre «El Líbano y la neutralidad activa». En él, abordo cinco puntos: las razones de esta propuesta, el concepto de neutralidad, su importancia como fuente de independencia y estabilidad del Líbano, los intereses del Líbano y su economía de la neutralidad, y una conclusión.

1) Las razones de ser

Puede ser que la Neutralidad del Líbano, como un régimen constitucional, no estuviera presente en la mente de los fundadores del Estado del Gran Líbano. Sin embargo, estaba presente como una política de defensa y de relaciones exteriores, que esta nueva y pequeña entidad política debía seguir para afirmar su existencia y preservar su independencia, unidad e identidad. Durante la redacción de la Constitución libanesa en 1926, el Alto Comisionado francés Henri de Jouvenel pidió a su gobierno que le enviara una copia de la Constitución suiza, ya que la consideraba adecuada para la constitución de la sociedad libanesa.

Esta tendencia se confirmó en 1943, cuando el gobierno independentista declaró que el Líbano estaba comprometido con la «neutralidad entre Oriente y Occidente», y lo confirmó en 1945 cuando se redactó la Carta de la Liga de los Países Árabes, en la que se estipulaba que las decisiones de la Liga no serían vinculantes, ni siquiera las adoptadas por unanimidad. En los trabajos preparatorios, así como en las intervenciones en el contexto de la elaboración de esta Carta, se insistió en el hecho de que «el Líbano es un estado de apoyo, no de enfrentamiento». Con ello se pretendía que el país fuera un factor de solidaridad entre los árabes, y no un factor de división y conflictos interárabes, o de deserción de la solidaridad árabe en aras de estrategias que sirvieran a regímenes extranjeros y no al interés común árabe.

La idea de la neutralidad es recurrente en los discursos de los Presidentes de la República y en las declaraciones de los gobiernos, así como en las declaraciones emanadas del foro de diálogo nacional, incluida la «Declaración de Baabda» aprobada por unanimidad el 11 de junio de 2012, que incluía la frase «asegurar la distancia del Líbano». Esta Declaración se comunicó a las Naciones Unidas y se distribuyó como documento oficial del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General (véase A/66/849 y S/2012/477). Asimismo, en el comunicado del Consejo de Seguridad de fecha 19 de marzo de 2015 se pidió a todas las partes libanesas que respetaran el contenido de la Declaración.

Gracias a una política de sabiduría, el Líbano ha logrado preservar la unidad de su territorio, a pesar de los planes de unidad árabe y las múltiples guerras árabe-israelíes. De hecho, todos los vecinos de Israel (Siria, Jordania, Egipto), con la excepción del Líbano, han perdido partes de su territorio. Además, el relativo distanciamiento del Líbano de los conflictos de la región entre 1943 y 1975 produjo prosperidad, riqueza, crecimiento, aumento de los ingresos individuales y disminución del desempleo, lo que le valió al Líbano el título de «Suiza del Oriente».

Este período se interrumpió en 1958, cuando el Presidente egipcio Gamal Abdel Nasser trató de incluir al Líbano en el efímero proyecto de la Unidad Sirio-Egipcia. Sin embargo, los libaneses superaron rápidamente esta prueba, se reconciliaron y continuaron en el camino de la construcción del Estado. El equilibrio libanés se vio perturbado de nuevo, con la entrada del factor palestino en la escena interna y el comienzo de la actividad militar palestina en el Líbano, con el apoyo de algunos libaneses, que más tarde condujo al estallido de la guerra en 1975.

Ante la división entre cristianos y musulmanes que bloqueaba el gobierno, el Estado libanés cedió y aceptó comprometer su soberanía al firmar el Acuerdo de El Cairo en 1969, que autorizaba a las organizaciones palestinas a llevar a cabo operaciones militares contra Israel desde el sur del Líbano.

Continuó la cadena de alineamiento del Estado y los grupos libaneses con los conflictos ideológicos, políticos, militares y confesionales en el Oriente Medio. Israel ocupó el Líbano (1978-2000), las organizaciones palestinas dominaron el resto del territorio hasta el centro de Beirut (1969-1982), luego el ejército sirio entró en su territorio (1976-2005), y nació Hezbollah llevando el proyecto de la República Islámica del Irán, en sus dimensiones religiosas, militares y culturales (1981-...).

Todos estos acontecimientos se produjeron debido a la desviación del país de la política de neutralidad, que se reconoce aunque sin un texto constitucional de apoyo. Así, el Estado perdió su autoridad interna, el país su soberanía territorial, la nación su papel político, la fórmula de gobierno su equilibrio y la sociedad su especificidad civilizadora. Este desequilibrio también ha producido conflictos internos secundarios, que han sido tan violentos como los principales. Y ahora el Líbano hoy se tambalea entre la unidad y la división.

La experiencia de cien años (1920-2020) de la vida del Estado del Gran Líbano ha demostrado que es difícil que el Líbano sea «el país del mensaje» sin adoptar el régimen de neutralidad. El alineamiento con los conflictos en el Oriente Medio y sus pueblos ha afectado la fórmula de asociación entre cristianos y musulmanes, en sus aspectos espirituales, nacionales y humanos. Así pues, el Líbano se ha convertido en un estado de desintegración, y los diversos intentos de solución y compromiso han fracasado. Por lo tanto, nada salvaría más su unidad, independencia y estabilidad que la neutralidad, sabiendo que la multiplicidad y profundidad de las diferencias amenazan no sólo al Estado sino también al propio ser del país.

La declaración de neutralidad del Líbano es un acto fundador, al igual que la declaración del Estado del «Gran Líbano» en 1920 y la declaración de independencia en 1943. El primer acto impidió que los libaneses se fusionaran en la unidad árabe-islámica y les concedió su régimen democrático parlamentario y la convivencia. El segundo acto concedió la soberanía al naciente estado y consolidó su lugar en el círculo de naciones. El tercer acto, por el que trabajamos, evita la división del Líbano, lo protege de las guerras y mantiene su especificidad. La neutralidad es, por lo tanto, «el pacto de estabilidad»", después de los dos pactos de existencia y soberanía.

2) El concepto de Neutralidad Activa

El Líbano, con su neutralidad activa, disfruta de tres dimensiones unidas, complementarias e indivisibles.

La primera dimensión es la negativa definitiva del Líbano a formar coaliciones, ejes, conflictos políticos y guerras regionales e internacionales; así como la abstención de todo Estado, de la región o de otro lugar, de interferir en sus asuntos, o dominarlos, o invadirlos, o ocuparlos, o utilizar su territorio con fines militares, de conformidad con la Segunda Convención de La Haya (18 de octubre de 1907) y otras convenciones regionales e internacionales que le siguieron.

El Líbano puede seguir siendo un miembro activo de la Liga de los Estados Árabes y de las Naciones Unidas, contribuyendo a enriquecer la idea de la solidaridad entre los pueblos y su compromiso con la paz y el progreso humano.

La segunda dimensión se refiere a la solidaridad del Líbano con las causas de los derechos humanos y la libertad de los pueblos, especialmente las causas árabes que han obtenido un apoyo unánime de sus países y de las Naciones Unidas; por consiguiente, el Líbano seguirá defendiendo los derechos del pueblo palestino y trabajando en pro de una solución para los refugiados palestinos, especialmente los que se encuentran en su territorio. El Líbano neutral podría así desempeñar su papel y asumir «su misión» en su contexto árabe, que la Exhortación Apostólica del Santo Papa Juan Pablo II, «Una nueva esperanza para el Líbano» presenta en detalle (nn. 92 y 93), así como tomar iniciativas para la reconciliación y el acercamiento entre los diversos países árabes y la región, y resolver conflictos. El pluralismo religioso, cultural y de civilizaciones, como característica específica del Líbano, lo convierte necesariamente en una tierra de encuentro y de diálogo entre religiones, civilizaciones y culturas, de acuerdo con la aprobación de las Naciones Unidas, en su período de sesiones de septiembre de 2019, de la solicitud presentada por el Presidente de la República Libanesa de establecer la «Academia del Hombre para el Encuentro y el Diálogo». Por su ubicación a orillas del Mediterráneo, el Líbano es también un puente de comunicación cultural, económica y de civilización entre Oriente y Occidente.

La tercera dimensión consiste en fortalecer el Estado libanés para que sea un Estado militarmente fuerte a través de su ejército, sus instituciones, su ley, su justicia, su unidad interna y su creatividad, capaz de garantizar, por un lado, su seguridad interna y, por otro, de protegerse contra cualquier agresión territorial, marítima o aérea, ya sea que provenga de Israel o de otros. La neutralidad del Líbano también requiere la resolución del trazado de las fronteras con Israel, basado en el Acuerdo de Armisticio, así como el trazado de las fronteras con Siria.

3) La condición de neutralidad como fuente de independencia y estabilidad para el Líbano

La neutralidad asegura la salida del estado de conflictos y guerras, así como de los recurrentes acontecimientos internos que siguieron a la declaración del Estado del Gran Líbano: 1958, 1969, 1973, 1975.

Al releer las causas históricas de los conflictos, se pueden identificar cuatro categorías principales:

a) Conflictos internos entre componentes religiosos y comunidades confesionales con diversas lealtades sobre bases nacionalistas y dogmáticas, así como ambiciones de cambiar el régimen de gobierno del país, o de servir a los intereses de otros países.

b) Conflictos políticos geográficos y nacionalistas en países vecinos que han tenido repercusiones en el país.

c) La falta de claridad en la relación de Siria con el Líbano, en lo que respecta a su territorio o autoridad, o a sus fronteras internacionales; que a menudo fueron conflictivos.

d) Las repercusiones de la fundación del Estado de Israel en el Líbano, en particular en su seguridad nacional, fronteriza e interna, así como la llegada de refugiados palestinos a su territorio.

Estos conflictos se trataron mediante soluciones superficiales y temporales, hasta que se modificó la Constitución después del Acuerdo de Taif de 1989, con el traspaso del poder ejecutivo de la Presidencia de la República a la reunión del Consejo de Ministros, y la adopción de la paridad en el Parlamento. Todos estos compromisos políticos y constitucionales lograron detener la guerra, pero no el conflicto, que se agravó después de cada compromiso, que incluía dentro de él los tipos de conflictos futuros. El Líbano se convirtió así en un país de conflicto de poder entre sus componentes, y en un escenario para «la guerra de otros» en su territorio.

Si no se tratan a fondo las causas de estas dificultades, los conflictos y las guerras continuarán, y terminaremos con uno de los tres escenarios: o bien, una comunidad domina a las demás por la fuerza de las armas, y se apodera del Estado amenazando a sus vecinos y al equilibrio regional; o bien, el Líbano sigue siendo un Estado fallido, expuesto, sin peso ni estabilidad; o bien, los demás decidirán redefinir la entidad libanesa en el contexto de los cambios en el Oriente Medio a pesar de nuestra voluntad de unidad y convivencia. Por eso nuestro llamamiento a la Neutralidad es para evitar estas situaciones y consolidar la soberanía y la estabilidad.

4) Las ventajas de la neutralidad para el Líbano y su economía

a) El Líbano se beneficiará del estatuto de neutralidad de dos maneras principales:

1. La neutralidad salva la unidad del Líbano, en su territorio y su pueblo, y reaviva la asociación nacional islámico-cristiana, que se ha debilitado en varios lugares. Con la neutralidad del Líbano, sus dieciocho comunidades recuperan su seguridad y estabilidad, así como su confianza mutua lejos de los conflictos, y contribuyen a la estabilidad de la región y a la paz en el mundo.

2. La neutralidad hace que todos los componentes de la sociedad libanesa sean más flexibles y positivos, ya que excluye la alineación y el enfoque sesgado en la aplicación de las prerrogativas y la autoridad entre los funcionarios de cualquier afiliación política o confesional.

b) Y la economía del Líbano se beneficia de la neutralidad en varios sectores:

La neutralidad fortalece la economía gracias a la estabilidad, la seguridad y las capacidades de los libaneses en términos de cultura, experiencia y espíritu creativo. Mencionamos aquí seis sectores específicos del Líbano que podrían fortalecer su economía:

1. La capacidad bancaria y financiera, junto con la larga experiencia en este campo, hacen del Líbano el lugar seguro del Oriente Medio. Esto es porque la estabilidad y la seguridad crean confianza.

2. El sector médico y el alto nivel de los hospitales y su equipamiento hacen del Líbano un centro médico para el Oriente Medio. El Líbano está más cerca de los países del Oriente Medio que Europa y los Estados Unidos, y el idioma árabe es un factor importante. Lo es. Las cadenas hoteleras también facilitan la recepción de las familias de los pacientes.

3. El Líbano es un centro turístico para el Medio Oriente y para el mundo, si la estabilidad y la seguridad están garantizadas. Lo que el Líbano tiene como peculiaridades turísticas lo convierte en un centro de atracción. Además, hay hoteles, centros turísticos de mar y montaña, y restaurantes.

4. El Líbano es un centro de instrucción y educación para el Oriente Medio gracias al alto nivel de educación tradicional que se encuentra allí, especialmente a nivel universitario. Las familias árabes prefieren al Líbano que a Europa y a los Estados Unidos. Con ello, el Líbano contribuye a la promoción del espíritu de concordia y paz.

5. El Líbano, por su estabilidad y seguridad, atrae a los expatriados para que vuelvan a invertir en diversos proyectos. Contribuirán a la creación de oportunidades de trabajo, crecimiento y calidad de vida que el Líbano experimentó entre los años cincuenta y principios de los setenta del siglo pasado.

6. El Líbano se beneficia de la Neutralidad gracias a su pertenencia al mundo árabe, a su ubicación a orillas del Mediterráneo y a su papel histórico y su civilización.

Gracias a todo esto, el Líbano se convertirá en el eje de la Unión Mediterránea, y se convertirá en el lugar donde se cruzan los intereses de todas las partes. La Asociación Europea y la Unión Mediterránea son dos proyectos vitales para el Líbano. La idea de la Unión Mediterránea está en el centro de una visión de futuro; y esta «Unión» conlleva la capacidad de crear un nuevo sistema de valores y una fuerza política, económica, cultural y marítima en esta área estratégica del mundo. Además, esto haría que Europa estuviera más vinculada al mundo árabe y más atenta a sus intereses y, por lo tanto, menos inclinada a defender a Israel.

5) Lo que necesitamos

Sobre esta base, pedimos a las dos comunidades, árabe e internacional, que comprendan las razones históricas, de seguridad, políticas, económicas, culturales y de civilización que impulsan a la mayoría de los libaneses a adoptar «la Neutralidad activa», y que las Naciones Unidas decidan a su debido tiempo el estatuto de la neutralidad en su triple dimensión:

En primer lugar, el Líbano siguió la línea de neutralidad desde su fundación hasta 1969 con el «Acuerdo de El Cairo» que permitió a los refugiados palestinos adquirir armas pesadas y luchar contra Israel desde el territorio libanés, al que siguió la aparición de fuerzas militares libanesas y no libanesas fuera del Estado.

En segundo lugar, el Líbano, gracias a su régimen democrático y liberal y a su específico pluralismo religioso y cultural, organizado en el marco de la Constitución y del Pacto Nacional, y gracias a su ubicación a orillas del Mediterráneo entre el Oriente y Europa, disfruta del papel de promover la paz y la estabilidad en la región mediante la defensa de los derechos de los pueblos, la mediación, el acercamiento y la reconciliación entre los países árabes, además de su privilegio de ofrecer un espacio de diálogo entre religiones, culturas y civilizaciones.

En tercer lugar, el Líbano, sobre la base del pluralismo y el equilibrio entre sus componentes, necesita para su supervivencia que las Naciones Unidas, junto con los países interesados, encuentren una solución para el medio millón de refugiados palestinos y los más de 1.5 millones de desplazados internos sirios que se encuentran en su territorio.

Diman, 7 de agosto de 2020

+ Bechara Pedro Card. RAI

Patriarca de Antioquía y de todo el Oriente


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