Mensaje cuaresmal 2023 del Patriarca Maronita Cardenal Mar Bechara Pedro Raí

XIII Mensaje de Cuaresma
Patriarca Cardenal Mar Bechara Pedro Raí
Bkerke 2023
A nuestros venerables hermanos Señores Obispos, Reverendos Padres y Madres Generales, Presbíteros, monjes y monjas, y a todos los amables hijos de nuestra Iglesia Maronita en el Líbano, en territorio patriarcal y en los países de la expansión,
la paz en el Señor Jesús y la Bendición Apostólica
«No sólo de pan vivirá el hombre» (Mt 4, 4)
1. Después de que nuestro Señor Jesús ayunara en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, y tuviera hambre, se le acercó el tentado, lo llamó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Él respondió y dijo: Está escrito: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios» (Mt 4, 3-4).
2. Con esta respuesta, se hace evidente que una persona necesita de dos panes a la vez, de los cuales no puede prescindir de ninguno de ellos, para vivir: el pan material y el pan de la Palabra de Dios.
Pan Material
Es la necesidad hoy de nuestro pueblo hambriento, y de otros pueblos de la tierra, a causa de las crisis políticas, económicas, de subsistencia y financieras, y a causa de las guerras, los desplazamientos, las evacuaciones y demoliciones de vivienda, y a causa de factores naturales como el terremoto que asoló Turquía y Siria. Por lo tanto, el tiempo de la Gran Cuaresma es un tiempo de intenso servicio de amor en el patriarcado, en las eparquías, en las parroquias, en las órdenes monásticas, en los monasterios e instituciones eclesiásticas. En él, Cáritas-Líbano organiza su campaña anual en parroquias, instituciones eclesiásticas, privadas y estatales, y en las calles pública, en todas las regiones libanesas. Saludamos a los jóvenes voluntarios de Cáritas y les agradecemos el cansancio que soportarán de estar de pie, con calor y con frío. Y pidamos a Dios que los recompense por sus esfuerzos.
Asimismo, la Cruz Roja Libanesa organiza su campaña anual, en coordinación con la campaña de la Asociación Cáritas, para organizarse con ella para evitar que se empalmen las actividades.
3. El tiempo de la Gran Cuaresma pone a cada uno de nosotros en frente de obligación de ayudar a nuestros hermanos y hermanas desde la justicia, la solidaridad y la responsabilidad. El ayuno mismo incluye la limosna, que consiste en compartir con los necesitados de lo que tenemos, sea mucho o sea poco.
Compartir los bienes del mundo es nuestro camino hacia Dios y un deber del que vamos a rendir cuenta, sea por una salvación eterna o perdición, como confirma el Señor Jesús en el evangelio del Juicio Final: «Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me dieron de comer...», y, «apártense de mí, malditos, al fuego eterno...porque tuve hambre y no me dieron de comer» (cf. Mt 25, 24-35); al igual que en el evangelio del rico Epulón y del pobre Lázaro (Lc 16, 19-32).
San Basilio el Grande dice: «No tienes derecho a usar tu dinero como quien lo disfruta según tu deseo, sino como alguien a quien se le ha confiado»; y san Gregorio de Nisa: «Lo que te sobra no es tuyo, así que no puedes hacerte dueño de ello». La regla del ayuno es que, con lo que ahorras al ayunar, se ayude a los necesitados.
Pan de la Palabra de Dios
4. La segunda necesidad, junto con la primera o incluso superior a ella, es«el hambre de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4, 4). Jesús, cuando ayunaba del pan material, se alimentaba de la Palabra de Dios, con la voluntad del Padre hasta que se identificaba completamente con la Palabra, y él era la Palabra, y se convirtió en su Cuerpo en el sacramento de la Eucaristía. Esto es lo que Jesús afirmó a las multitudes al decir: «Yo soy el pan de vida. Sus padres comieron en el desierto el maná y murieron... Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo» (Jn 6, 48-51).
5. Su Santidad el Papa Francisco en su homilía del Domingo de la Palabra de Dios (22 de enero de 2023) habló de la obligación de escuchar la Palabra de Dios, porque al escucharla nos arrepentimos y cambiamos el rumbo de nuestras vidas, de nuestras acciones, de nuestros puntos de vida, y leemos los acontecimientos de la vida a la luz de esta Palabra para que no la vivamos como un mero enigma.
Su Santidad el Papa afirma tres puntos:
Primero, la Palabra de Dios está dirigida a todos.
6. Jesús iba por los pueblos y ciudades y predicaba la Palabra de Dios. Estaba en constante movimiento, en cada región y lugar. Proclamó la Palabra a creyentes y no creyentes, a pecadores y paganos, su Palabra es amor, misericordia y sanación. Quiere que el anuncio de esta Palabra sea un deber esencial en la vida de la comunidad eclesiástica.
En segundo lugar, la Palabra de Dios llama a la conversión.
7. Jesús abrió su mensaje inmediatamente después de su ayuno de cuarenta días con esta invitación: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4,17). La Palabra de Dios es como una espada de doble filo, como leemos en la Carta a los Hebreos: «La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo: entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón» (Hb 4, 12).
A menos que cada uno se ponga bajo el microscopio de la Palabra de Dios, no podrá cambiar nada en su vida, en su conducta, en su opinión, en sus hábitos, en sus faltas y en sus errores.
Tercero, la Palabra de Dios nos hace anunciar sus Buenas Nuevas
8. Después de que Jesús anunció las palabras del Reino, llamó a sus primeros discípulos, uno por uno. Los primeros de ellos fueron Simón y su hermano Andrés. Eran pescadores, así que pasó junto a ellos en la orilla y les dijo: «Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres» (Mt 4, 19). Así que lo siguieron y les entregó la red de la Palabra y el Amor de Dios, y con ella atraparían a la gente, mientras navegaban en el mar de este mundo. Sin la proclamación de la Palabra de Dios en todas partes y para todos los pueblos, la Iglesia no es capaz de encontrar la fe. La fe proviene de la escucha, y la escucha requiere de predicadores, según dice el Apóstol Pablo (cf. Rm 10, 14).
9. Cuando Jesús ayunó cuarenta días y cuarenta noches, estaba en estado de oración. El ayuno necesita de oración, para que la persona se abra a la Palabra de Dios y la escuche con el corazón, y para que viva en él el amor a los pobres y les tienda la mano de la caridad. El ayuno, la oración y la limosna conforman el triángulo de la Gran Cuaresma. Son una entidad indivisible.
Lo que estamos viviendo hoy en términos de crisis políticas que provocan crisis económicas, financieras, de vida y sociales, se debe al colapso de este triángulo. Que cada uno asuma, desde su posición, su realidad y responsabilidad, y busque el desequilibrio que tiene en los pilares de este triángulo.
Directrices pastorales
I. Ayuno, abstinencia y dispensas
10. El ayuno es la abstención de alimentos desde la medianoche hasta el mediodía, con la posibilidad de beber sólo agua, desde el Lunes de Ceniza (20 de febrero) hasta el Sábado de la Luz (8 de abril), a excepción de las siguientes fiestas: San Juan Marón (2 de marzo); los Cuarenta Mártires (9 de marzo), San José (19 de marzo); la Anunciación de la Virgen (25 de marzo); el santo patrón de la parroquia; y con excepción también del sábado y domingo de cada semana, según la enseñanza de las Constituciones Apostólicas (del año 380). El sábado por el memorial de la creación, y el domingo por la resurrección. Estas leyes excluyen el Sábado de la Luz «porque el día en que el Creador estuvo debajo de la tierra, no es conveniente regocijarse y festejar, puesto que el Creador supera a todas sus criaturas en naturaleza y honra».
11. La abstinencia es abstenerse de comer carne y lácteos durante la primera semana de Cuaresma, la Semana Santa y todos los viernes del año, a excepción del período comprendido entre Pascua y Pentecostés, la Navidad y Epifanía, y las fiestas litúrgicas. en la que es necesario participar de la Santa Misa como: Navidad y Epifanía, la Presentación de Cristo en el Templo, San Marón, San José, la Ascensión, los Apóstoles Pedro y Pablo, la Transfiguración del Señor, la Asunción de la Virgen a los Cielos, la Exaltación de la Cruz, todos los santos, la Inmaculada Concepción, y la fiesta patronal de la parroquia.
12. Están dispensados del ayuno y la abstinencia generalmente los enfermos y los ancianos, cuyo estado de salud les exige comer alimentos para estar fuertes, especialmente los que toman medicamentos relacionados con sus enfermedades crónicas y que se encuentran en condiciones especiales y delicadas de salud, además a los enfermos que se encuentran en internación transitoria u hospitalización periódica. Se sabe que los niños comienzan a ayunar al año siguiente de su primera comunión, teniendo en consideración su situación durante el período escolar.
Se invita a los que están exentos de la ley de ayuno y abstinencia a que se basten con un pequeño desayuno suficiente para tomar medicinas, o para continuar las lecciones si son alumnos y alumnas. Los que son dispensados están llamados a sustituirlo con buenas obras y con actos de misericordia.
II. Abstinencias fuera del tiempo de Cuaresma
13. Se practica la abstinencia fuera del tiempo de Cuaresma, según la antigua y piadosa costumbre que se conserva en todas las Iglesias Orientales (católicas y ortodoxas), en preparación de las fiestas específicas y se concentra cada abstinencia en una semana para facilidad de los fieles, y son: la abstinencia de la Navidad del Señor (del 16 de diciembre al 24), la abstinencia de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo (del 21 de junio al 28), y la abstinencia de la Asunción de la Virgen María al Cielo (del 8 al 14 de agosto).
III. Ayuno eucarístico
14. Es abstenerse de comer desde la medianoche antes de la Comunión o por lo menos una hora antes de empezar la misa, en preparación para la unión con el Señor a través de la Comunión de su Cuerpo y Sangre.
Conclusión
Con la Iglesia universal caminamos juntos como iglesia sinodal en su fase continental en el tiempo de la Gran Cuaresma bajo la guía de Su Santidad el Papa Francisco, comprometidos en construir la comunión, que es la unión vertical con Dios, y la unión horizontal con todos los hombres; y compartiendo los bienes de la tierra con los más necesitados de nuestros hermanos y hermanas; y llevando a cabo la misión de proclamar la Palabra de Dios, y elevando oraciones a Dios por la paz en nuestros países, especialmente en los países del Medio Oriente y en el Líbano.
Con mis constantes oraciones, amor y mi bendición apostólica.
Bkerke, 15 de febrero de 2023