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SINAXARIÓN

DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA

b | Febrero 08

SAN ZACARÍAS, PROFETA, HIJO DE YEHUYADA

san dimas el buen ladrón

Es el undécimo de los profetas menores, lo fue en los días del rey Joás, el habia predicho sobre la venida de Cristo manso y humilde, y su entrada en Jerusalén, montado sobre un pollino hijo de asna.

Hoy nos acercamos hasta el Antiguo Testamento para recordar al Santo de hoy: El Profeta San Zacarías. Su ministerio dura dos años y comienza la predicación en el mismo perido en el que ejerce su ministerio profético Ageo. Zacarías es hijo de Baraquías y en su tarea invita al pueblo a acercarse al Dios que había abandonado.

Su Mensaje se centra en la esperanza de las bendiciones que derramará Yavé desde el Cielo en el momento de la unión del pueblo con su Templo cuando retornen al Señor. Es un camino de esperanza durante el periodo de restauración. Su predicación también habla d ela instaruación del Reinado mesiánico, cuando habla del Señor como Rey justo y victorioso que viene cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. De esta forma presenta al Mesías que viene a salvar al pueblo que caminaba en tinieblas y que viene a restaurar todo lo perdido a causa del pecado. Zacarías culmina su vida, muriendo asesinado por orden del Rey Joás.
Iconografía del Santo: Se le representa con el Libro profético que escribió, que se incluye en el Antiguo Testamento y que lleva su mismo nombre. La Iglesia Maronita lo conmemora el 8 de febrero.


Fuente: maronitas.org

Otros Santos para hoy

SANTA JOSEFINA BAKHITA (1869 - 1947) | SAN JERÓNIMO EMILIANI (1486 - 1537)

san dimas el buen ladrón

Se desconoce el nombre real y la fecha de nacimiento de Josefina Bakhita, pero se especula que nació en Darfur en un pequeño pueblo llamado Olgosa en 1869. Es de ascendencia nubia y vivió parte de su infancia en Olgosa con sus padres, tres hermanos y cuatro hermanas, una de las cuales era su hermana gemela.

El período de la esclavitud:
Cuando Bakhita era una niña, los traficantes de esclavos atacaron su aldea y pudieron secuestrar a su hermana mayor. Sudán era en ese momento un mercado activo para los secuestros de negros y convertirlos en esclavos. Después de la trata de esclavos, se dirigía hacia el continente americano, la decisión se emitió en Occidente para prohibirlo, por lo que el peso de ese comercio se desplazó al norte de África, donde se encuentran los mercados árabes. En ese momento, Sudán estaba bajo control egipcio-británico, y en 1856 se prohibió la trata de esclavos en el país, pero el gobierno estaba haciendo la vista gorda para perseguir a sus practicantes para beneficiarse financieramente de esta situación.
A su vez, Bakhita corrió la misma suerte que su hermana en 1876 o 1877, cuando tenía unos nueve años, cuando también fue secuestrada y conducida a la esclavitud.

Escribió en sus memorias que sus secuestradores eran esclavos árabes que la vendieron varias veces en los mercados de Al-Obeid y en los mercados de Jartum. Bakhita atribuye el hecho de haber olvidado su verdadero nombre a la tortura y la intimidación a las que fue sometida. (Bakhita) fue el nombre que le dieron sus dueños.
Bakhita pasó de un amo a otro, árabes y turcos, quienes la trataron con dureza, al punto de severas palizas y violaciones.

Al final, Bakhita era esclava de un líder otomano, que había decidido antes de salir de Sudán vender todos sus esclavos, por lo que Callisto Legani, que entonces era el cónsul italiano en Jartum, compró Bakhita. El cónsul y su familia trataron a Bakhita de una buena manera, incomparable con lo que ella había experimentado antes, por lo que ella escribió sobre ese período que su nuevo amo era un buen hombre y no la exponía a golpes, violaciones o insultos. Pero en general, el período de esclavitud en el cuerpo de Bakhita dejó 144 cicatrices que la acompañaron hasta su muerte, además de sus heridas psicológicas.

Hacia la libertad:
En 1885 estalló la revolución del Mahdi en Sudán, obligando al cónsul italiano Lijani a abandonar el país, por lo que regresó por mar con su familia y la amiga familia de Micheli y Bakhita a Italia. Cuando llegaron a la ciudad de Génova, la Sra. Micheli le pidió al cónsul que se quedara con Bakhita, por lo que Bakhita fue con la familia Micheli a Ziagino, un suburbio de Mirato Veneto en el estado de Venecia. Allí, a Bakhita se le encomendó la tarea de cuidar a la niña de la familia, "Mimina", y se convirtió en su niñera y en su mejor amiga.

Después de eso, el Sr. "Auguste Micheli" era dueño de un gran hotel en el puerto sudanés de Suakin con vista al Mar Rojo, y la Sra. Micheli quería unirse a su esposo para ayudarlo a administrar el hotel. Las monjas de Venecia aceptaron la solicitud de Micheli de recibir a Bakhita y Mimina en su casa por un período de tiempo. Allí Bakhita creía en el cristianismo, y cuando su señora le pidió que regresara a Sudán con Mimina, ella se negó y decidió quedarse con las monjas, ya que nadie podía obligarla a regresar ya que ella residía en Italia y por lo tanto no era considerada una esclavo según la ley italiana, que en primer lugar no reconoce la esclavitud.

Su vida como cristiana:
Varios meses después, Bakhita recibió el sacramento del bautismo cristiano, para convertirse oficialmente en cristiana, el 9 de enero de 1890, y se le dio un nuevo nombre (Josephine Margaret). Bakhita dedicó toda su vida al servicio de la iglesia el 8 de diciembre de 1896, en la Institución Santa María Magdalena en Canoussa (Hijas de la Misericordia y la Caridad). En 1902 Josefina Bakhita se trasladó a Shio, donde pasó más de cincuenta años de servicio en la casa de las monjas. Ellas vieron una santidad proveniente de su corazón, sencillez, dedicación y honestidad. Una vida de adoración y amor por el Salvador.
En su vejez, Bakhita contrajo una enfermedad terminal y murió el 8 de febrero de 1947.

Anunciando Su Santidad:
El 17 de mayo de 1992, el Papa “Juan Pablo II” declaró beatificada a Josefina Bakhita y la declaró santa según la tradición católica el 1 de octubre de 2000, un rango muy alto en la Iglesia Católica en reconocimiento a su vida y los sacrificios que ella hizo.

Fuente: maronitas.org


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San Jerónimo Emiliani, Fundador de los Padres Somascos (1486 - 1537)

Jerónimo nació en Venecia, Italia, el año 1486.
De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero.

Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión.

Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús: ¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo? Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros.

Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación.

Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Sma. Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios.

Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de Génova, San Cayetano, San Camilo de Lelis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calazans, y Santa Angela de Merici. Un verdadero "sindicato" de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo.

En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía, incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. El mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse.

Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionales alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente.

Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de "Servidores de los pobres", pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados.

Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús: "Pasó su vida haciendo el bien" (Hech. 10,38). Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban "el paño de lágrimas" de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales.

Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades.

La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba.

Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios.

Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos.

Murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.

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