María es conocida como "la egipcia". Ella es la segunda Magdalena, en la que sabemos por el resumen de su biografía, cuán grande es el efecto de la gracia divina.

A la edad de doce años, escapó de la casa de su padre y llegó a Alejandría, que estaba en su mejor momento. Allí tendió una trampa por su maravillosa belleza, en la que cazó a hombres y niños engañados, sumergidos en la iniquidad durante diecisiete años.

Luego vino un día a Jerusalén para asistir a la celebración de la Fiesta de la Santa Cruz, no para adorar, sino para pasear. Y cuando quiso entrar a la iglesia, una mano invisible la detuvo. Intentó entrar repetidamente pero no pudo. Sabía que sus pecados le impedían entrar.

Entonces recurrió a la Virgen diciendo: "Tú eres el refugio de los pecadores, ten piedad de mí".

Ella no volvió a intentar entrar a la iglesia y, arrodillada a los pies del crucificado, lamentó todos sus pecados. Luego fue al monasterio de San Juan Bautista y confesó sus pecados, tomó la Eucaristía y penetró en el antiguo desierto del Jordán, practicando actos de penitencia con todo tipo de ascetismo, austeridad y oración.

Así pasó sus días y años. El sacerdote Zósimo fue al desierto, y he aquí, frente a él había una mujer de rostro pálido y espeso cabello blanco. Entonces comenzó ella a contarle su vida.

Zósimo se regocijó mucho por ella y glorificó a Dios. Ella le pidió que le trajera la sagrada Eucaristía. Luego le pidió su bendición y sus oraciones, y procedió a continuar con su lucha ascética en su arrepentimiento. Un año después, regresó a visitarla para darle la comunión, pero la encontró muerta tirada en el suelo con su rostro derramando luz y esplendor. La enterró y regresó a su monasterio.

Su muerte acaeció en el año 521.

Fuente: www.maronitas.org