San Minas (tb. Menas) fue una cristiano de Atenas que tenía una gran habilidad y experiencia en política, por lo que el rey Maximiano lo envió gobernador de Egipto a la ciudad de Alejandría para arreglar los disturbios entre su gente y traer la paz entre ellos. Protegió a los cristianos de la injusticia y la transgresión, y los apoya ofreciéndoles trabajo en el gobierno los que él consideraba dignos y capaces.

Cuando se enteró el el rey se enojó con él y lo sacó del estado, y nombró en su lugar a Ermógenes (tb. Armujanos) en su lugar, y le ordenó que hiciera a Mina negar a Cristo y sacrificar a los ídolos.

Así que Ermógenes intentó varios medios para devolver a Mina a los brazos del paganismo, pero no tuvo éxito. Cuando Mina le preguntó por qué abandonó la adoración a los ídolos, respondió: "Porque después de leer las Sagradas Escrituras me di cuenta de que hay un solo Dios que debe existir, que es el único que tiene derecho a ser honrar y adorado. Los ídolos no son más que dioses sordos que no esperan el bien". Al oír esto, Ermógenes ordenó que le cortaran la lengua y le sacaran los ojos, luego lo que echaran en prisión.

Sin embargo, Ermógenes no se sentía bien por lo que había hecho, pues sabía que Minas no era culpable de nada y había sido muy horrible y fiel al servicio de su rey y de su patria, que había sido una persona muy confiable y lea.

Así que Ermógenes, arrepentido, decidió darle una sepultura muy digna. Así que, al día siguiente, envío a sus soldados a recoger el cuerpo de Minas para cumplir con este deber y, cuál va siendo su sorpresa, que lo encontraron salvo y sin heridas, alabando a Dios con cantos de acción de gracias. Al ver lo acontecido, Ermógenes le pidió perdón, creyó y se bautizó.

El rey Maximiano estaba furioso, y él mismo fue a Alejandría, acompañado de un secretario que sabía escribir bien –por lo que se le conocía como "Eugrafro" (i.e. el de buena escritura)– para que redactara toda la información. Y cuando escribió todo con detalle y vio Maximiano que no había escrito nada de que culpar a los cristianos de ningún delito, sino sólo alabanzas, se enfureció a un más y lo hizo encadenar.

Ordeno entonces que torturaran a los tres juntos quienes se mostraron pacientes y firmes en su fe en Cristo.

Luego, a los tres los degollaron y recibieron la corona del martirio en 307.

Fuente: www.maronitas.org