San Teodoro nació en la ciudad de Sykeon (o Siceone) en Galacia en Asia Menor.

Fue educado en el temor de Dios y guardando sus mandamientos y a la edad de 14 años se alejó del mundo y de sus vanidades y prefirió la vida ascética, conquistando su cuerpo mediante ayunos y austeridades, confinado en una cueva.

Se hizo famoso por su santidad. A los 17 años fue ordenado sacerdote por el obispo de Anastasiópolis, y con su vida sacerdotal aumentó la virtud y la santidad.

Luego fue a visitar los lugares santos, recorrió el desierto de Palestina y entró en un monasterio cerca de Jordania.

Después de muchos años, regresó a su tierra natal ya como un anciano y se fue vivir al desierto, perseverando en la mortificación y el arrepentimiento estricto. Retomó sus prácticas de ascetismo extremo: vivió de Pascua a Navidad encadenado en una estrecha jaula de hierro que había hecho, y de la Epifanía a la Pascua en la cavidad subterránea que había cavado, saliendo solo los sábados y domingos para asistir a servicios religiosos y predicar, por lo que la fama de su santidad se extendió por toda aquella región.

Dios le concedió el don de hacer milagros: tanta gente acudía a él, por lo que se estableció un monasterio para ellos y se hizo cargo de su administración. Luego regresó nuevamente para visitar el Calvario y Tierra Santa. Y pronto sintió la necesidad de su monasterio y de su reclusión para escapar del honor que el pueblo le daba.

Fue ascendido al nivel de Episcopal y gobernó como un celoso devoto de la gloria de Dios y la salvación de las almas.

El futuro emperador Mauricio (que reinó entre 582 y 602), después de su victoria sobre el ejército persa y enterarse de la fama de este santo, vino a visitarlo y pedirle su oración, y el santo le predijo que se convertiría en rey. La profecía se cumplió y el rey Mauricio mencionó lo que dijo el santo, por lo que le envió una carta de agradecimiento, con seiscientos kilos de trigo; y cada año le enviaba otro tanto para distribuirlo entre los necesitados.

El santo dimitió del episcopado después de diez años. Regresó a su monasterio, entregándolo a Dios para contemplar en oración sus atributos divinos, hasta su muerte el 22 de abril de 631.

Fuente: www.maronitas.org