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SINAXARIÓN

DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA

e | Mayo 18

TEODOTO Y LOS SIETE MÁRTIRES (s V)

san dimas el buen ladrón

Teodoto nació en Ancyra, capital de la provincia romana de Galacia (hoy Ankara, Turquía). Fue criado por su tía, Thecusa, una cristiana de gran virtud que rechazó el matrimonio para dedicarse a la formación del niño.

Después de la mayoría de edad, el joven se convirtió en posadero en Ancyra, donde se hizo conocido como un modelo de hospitalidad, respeto y caridad hacia sus vecinos. En su posada hubo una influencia misteriosa que impulsaba a quienes entraban a practicar la virtud.

A medida que se desarrollaba la persecución contra los cristianos, siete vírgenes, cuyo número incluía a Thecusa, fueron entregadas al verdugo y asesinadas. El Santo buscó los restos de los mártires y se le informó que habían sido arrojados a un lago con piedras adheridas a sus cuerpos. Teodoto y varios otros cristianos se dirigieron hacia el sitio, pero no pudieron acercarse porque el lago estaba siendo vigilado por guardias armados.

Los cristianos imploraron la ayuda del cielo y una violenta tormenta cayó sobre el lago. Un noble guerrero con armadura refulgente apareció sobre el lago amenazando a todos con su lanza, haciendo que los guardias huyeran aterrorizados. Un fuerte viento abrió las aguas y Teodoto y sus compañeros pudieron recoger los cuerpos de las santas víctimas.

Sin embargo, la noticia de estos hechos milagrosos se extendió rápidamente por la zona. Como resultado, Teodoto fue encarcelado, traicionado por un pariente apóstata. El santo sufrió los tormentos más horrendos, incluido el potro y los ganchos y garras de hierro.

Como no sucumbió a los crueles tormentos, los torturadores lo decapitaron, con órdenes de quemar su cuerpo y arrojar sus cenizas al viento. Sin embargo, cuando su cuerpo fue colocado sobre el fuego, un enorme globo de fuego descendió del cielo y lo rodeó, evitando que el fuego lo tocara.

El alcalde ordenó que se custodiaran sus restos. Esa noche, un anciano en un burro que llevaba una piel de cabra con vino se acercó a los centinelas. Este hombre, en verdad un sacerdote, ofreció vino a los guardias, que aceptaron y bebieron hasta emborracharse por completo. Entonces el sacerdote sacó el cuerpo del fuego y lo puso sobre el asno. Un ángel apareció y lo guió a una colina en las afueras de Malos, donde desapareció después de indicar dónde debería ser enterrado Teodoto. Los cristianos de la zona dieron al mártir un entierro honorable.

Antes de que San Teodoto inclinara la cabeza hacia el verdugo, dijo estas palabras: "Que mi sangre sea la última en ser derramada". Su deseo se cumplió, porque poco después de su muerte la persecución llegó a su fin en Asia.

Fuente: maronitas.org

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