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SINAXARIÓN

DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA

f | Junio 02

FIESTA DE LOS CUATRO EVANGELISTAS

san dimas el buen ladrón

Ellos, que portaban el estandarte de la evangelización, fueron por todo el mundo y predicaron el Evangelio a toda la creación, por lo que escribieron con sus palabras el camino de Jesús para que sus escritos formaran los textos del Santo Evangelio en su Nuevo Testamento.

Mateo y Juan estaban entre los doce apóstoles. Marcos es uno de los dos misioneros. En cuanto a Lucas, creyó de la mano del apóstol Pablo, y lo acompañó con la predicación y fue escritor de el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles.

Mateo escribió su Evangelio en Jerusalén en arameo Siríaco entre los años 45 y 58 d.C., a petición de los creyentes, y Marcos es discípulo.

Marcos, discípulo del Apóstol Pedro y su escritor personal, escribió su Evangelio en Roma entre los años 46 y 50 en lengua griega, por adoctrinamiento de su maestro, San Pedro Apóstol, a petición de los creyentes de Roma.

Lucas escribió su Evangelio en Acaya en lengua griega entre los años 55 y 60, tomando de su maestro Pablo el Apóstol y de todos los apóstoles que vieron la Palabra, como dice en una apertura su Evangelio.

Y Juan escribió su Evangelio en idioma griego en Éfeso en el año 98 d.C., Todos los evangelistas narraron las obras del Salvador.

La Iglesia hoy se refiere a cada uno de los evangelistas con un símbolo diferente, símbolos mencionados por Juan en su visión y Ezequiel en su profecía: el águila, el león, el toro y el ser humano.

Destacaron al ángel en forma de hombre con Mateo, porque él comenzó su predicación haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.

El león con Marcos, porque comenzó su evangelio con la voz de Juan el Bautista clamando como un león salvaje que ruge.

Lucas con el toro porque comenzó su anuncio con el sacerdocio de Zacarías, que requiere ofrecer sacrificios con terneros y toros.

En cuanto a Juan, es un águila, porque comenzó su evangelio, volando como un águila en el aire.

Hoy, al conmemorar la memoria de los Cuatro Evangelistas, pidamos a Dios que haga clamar nuestras voces en el desierto de este mundo sin miedo, voces que se eleven alto en el cielo, poniendo la palabra por encima de todas las cosas.

Hoy le pedimos que transforme la misión de cada uno de nosotros en un sacerdocio especial que anuncia al Hijo del Hombre y sus enseñanzas, pidiéndole la intercesión de los santos Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Otros Santos para hoy

SAN EUGENIO I, PAPA
SANTOS MARCELINO, SACERDOTE, Y PEDRO, EXORCISTA, MÁRTIRES, SOBRE LA VIA LABICANA

san dimas el buen ladrón

San Eugenio I, papa

Sucesor del Papa Martín I, que fue martirizado por orden del Emperador de Oriente Constantino, Eugenio I, Papa de 654 a 657, rechazó con firmeza la ambigua profesión de fe del nuevo patriarca bizantino de Constantinopla, Pedro. A su muerte fue sepultado en San Pedro.

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Santos Marcelino y Pedro, mártires

Dos árboles de laurel, un bosque que cambia de nombre, un núcleo de catacumbas entre los más célebres del mundo. Huellas de una naturaleza ya desaparecida, que resisten en la tradición escrita y piedras que resisten a los siglos y dan solidez a esa tradición. Las raíces de dos mártires cristianos del cuarto siglo, el sacerdote Marcelino y el exorcista Pedro, afloran aquí, de antiguos martirologios y pasadizos subterráneos excavados en el tufo.

La gran masacre

Es el año 304 y en Roma hace estragos la gran persecución anticristiana querida por Diocleciano. Es la última gran masacre ordenada por la autoridad romana antes de la clemencia de Constantino. El segundo de los cuatro edictos con los cuales Diocleciano planifica eliminar a los cristianos impone, en particular, la prisión para obispos, sacerdotes, diáconos. Muchos son ajusticiados, porque los tribunales tienen la facultad de emitir la sentencia capital. El sacerdote Marcelino acaba en la cárcel. Como tantos, el sacerdote se rehúsa a abjurar de su fe y tantas prisiones se vuelven pequeñas comunidades de creyentes.

El martirio escondido

En la cárcel, Marcelino conoce a Pedro, un exorcista. Juntos anuncian a Cristo y muchos se convierten, piden el Bautismo. Las narraciones hagiográficas, con detalles más o menos legendarios, refieren milagros, como la curación de la hija de su carcelero. Para el juez evidentemente es demasiado, los dos tienen que ser eliminados. Aquí la historia se vuelve más cierta gracias al Papa Dámaso I, que la cuenta algunos decenios más tarde. Marcelino y Pedro son torturados, llevados a un bosque conocido entonces con el nombre de Selva Negra, obligados a la última, cruel humillación —excavar si propia tumba— y luego decapitados. Según la ley se había hecho justicia y el haberse elegido un bosque era una astucia más: oscurecer para siempre el lugar de la ejecución. Pero lo que se había calculado salió mal.

Piedad de una matrona

Una matrona romana, Lucila, llegó a conocer algún tiempo después el lugar del martirio. Encuentra los restos mortales de Marcelino y de Pedro y desde el lugar denominado Selva Negra —que luego se llamó Selva Cándida— los hizo trasladar al cementerio llamado «ad duas lauros», hoy en la Vía Casilina, quizá porque estaba marcado por la presencia de dos laureles. El Papa Dámaso compuso un verso que mandó colocar en la nueva tumba y, cuando los godos lo destruyeron, el Papa Vigilio hizo que se volviera a poner e insertó los nombres de los dos mártires también en el Canon de la Misa. Luego, tuvo lugar la traslación más o menos lícita de las reliquias, pero las iglesias romanas y las catacumbas, aún hoy abiertas, perpetúan la memoria de dos hombres demasiado grandes para ser eliminados por dos anónimos túmulos escondidos en el entramado de un bosque.


Fuente: Vatican News

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