Lorenzo nació en Brindisi, en Apulia. De joven ingresó en la Orden de los Capuchinos. Adquirió un profundo conocimiento de filosofía y teología y llegó a dominar varios idiomas, tanto antiguos como modernos.

Cuando se hizo sacerdote, emprendió la tarea de la predicación, en la que trabajó resueltamente en casi toda Italia y otros países europeos. Poseedor de una prudencia inusual y también del don de aconsejar, fue nombrado Superior de toda su Orden y a menudo fue empleado por los Papas en misiones diplomáticas muy importantes. Uno de sus mayores logros fue persuadir a los líderes cristianos para que unieran sus fuerzas contra los amenazantes ataques de los turcos. Cuando el ejército cristiano se reunió en Hungría, Lorenzo cabalgó a la cabeza con la cruz y, animando a los soldados y a sus oficiales, obtuvieron una victoria muy celebrada.

A pesar de la presión de tantas grandes actividades practicó hasta un grado heroico las virtudes de un religioso. Cualquier tiempo libre que tenía lo dedicaba a la oración, compaginando maravillosamente la vida interior con las empresas exteriores.

Finalmente en Lisboa, adonde fue enviado por el pueblo de Nápoles como portavoz ante el rey de España, enérgico defensor de la libertad y la justicia cristianas, sucumbió como en batalla, en el año 1619.

Dejó numerosos escritos defendiendo la fe católica contra las herejías y explicando la Sagrada Escritura.

El Papa León XIII lo añadió al número de los santos y el Papa Juan XXIII lo declaró Doctor de la Iglesia universal.


Fuente: maronitas.org