Después de la ascensión de Nuestro Señor al cielo, la Virgen vivió en la tierra unos 23 años. Antes de la llegada del Espíritu Santo, ella estuvo con los apóstoles, “quienes perseveraron en orar con el corazón”. (Hechos 1, 14)

Según la tradición cristiana, un ángel se apareció a María y le contó las buenas nuevas de que su cuerpo sería llevado al cielo donde Jesucristo, su Hijo, la estaba esperando con los ángeles. María deseaba ver a los Apóstoles de Nuestro Señor antes de su Asunción. Los Apóstoles llegaron rápidamente de los lugares donde estaban evangelizando. Se reunieron a su alrededor, rezando. En el tercer día, Jesús se apareció a María y a los Apóstoles.

La Virgen murió en manos de los Apóstoles a la edad de 72 años aproximadamente. Se dice que fue enterrada cerca del Huerto de los Olivos donde Jesús debatió.

Si la muerte es el castigo por el pecado, entonces ¿por qué murió María cuando fue ella a quien Dios protegió de todo pecado?

María murió primero porque Jesús mismo murió para salvar al hombre del pecado, y como María fue la compañera de Jesús en nuestro sacrificio, tuvo que morir como Él.

En segundo lugar, su muerte la hace más parecida a nosotros. Como Jesús, ella experimentó todo en nuestra naturaleza humana excepto el pecado.

En tercer lugar, María fue un ejemplo para nosotros en la vida y en la muerte, ya que es la intercesora de una vida justa y la buena muerte.

María murió como su hijo, no sujeta a la corrupción de la muerte.

María durmió, Jesús pidió a sus apóstoles que llevaran su cuerpo a la tumba. Los Apóstoles entraron en procesión con los aldeanos. Ellos pusieron el cuerpo de María en una tumba. Santo Tomás llegó de la India después de tres días. Él pidió ver su cuerpo para rendir homenaje a la Virgen. La tumba fue abierta. Estaba vacía. El cuerpo no fue encontrado. Un hermoso perfume salió de la tumba. Santo Tomás cayó de rodillas. Todos creían que María fue llevada al cielo en Cuerpo y Alma.

En el año 425, la Iglesia de Jerusalén celebró el memorial de María. En el año 550, la fiesta se llamaba Fiesta de la Dormición. En el año 588, el emperador bizantino movió la fiesta del 18 de enero al 15 de agosto. A finales del siglo VII, el Papa Sergio I presentó la fiesta de la Dormición en Roma. Él lo llamó la Fiesta de la Asunción.
En el año 1638, el Rey de Francia declaró a María, la protectora del reino. La Fiesta de la Asunción se convirtió en una fiesta nacional.
En el año 1672, la Iglesia Ortodoxa adoptó la Fiesta el 15 de agosto.
El 1 de noviembre de 1950, el Papa Pío XII declaró la Asunción como un dogma teológico en la Iglesia Católica.
El Concilio Vaticano II enseña: “Después de completar su vida temporal, María se trasladó con su alma y su cuerpo a la gloria del cielo, y el Señor le predicó como Reina de los mundos, para que fuera más semejante a su Hijo, el Señor de señores (Apocalipsis 19 (16), el vencedor del pecado y de la muerte.” Y le decimos: Santa María, ruega. Por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.



Fuente: maronitas.org