Egidio nació alrededor del año 640 en la ciudad de Atenas de dos padres piadosos de origen real, Teodoro y Pelagia, quienes lo educaron para amar la virtud y temer a Dios. Eligieron para él a los profesores más capaces, para que de ellos estudiara las ciencias y sobresaliera en ellas. También se distinguía por su inclinación a la virtud, de modo que sólo se le veía como una persona que oraba o estudiaba.

Cuando cumplió veinticuatro años, sus padres murieron, y su aflicción con ellos fue grande, al punto que renunció al mundo y se especializó en practicar oraciones, devociones y obras de misericordia hasta que fue despojado de la ropa que vestía. Entonces Dios lo recompensó realizando milagros, como sanar a los enfermos y expulsar demonios, y su santidad se hizo famosa, por lo que la gente acudía en masa a él buscando su intercesión y oraciones.

Debido a su profunda humildad ante toda la gloria mundial, vendió sus propiedades, distribuyó su dinero entre los pobres y abandonó su tierra natal rumbo al Magreb.

Hubo una tempestad en su camino a través de la oración, y salvó la barca de hundirse, desembarcó en una isla, donde permaneció tres días con una señora eremita y participó con ella en oración y devoción.

De allí pasó a Marsella y de allí a la ciudad de Aul, donde vivió de la caridad. Luego entró en una cueva rodeada de robles, que tenía a su puerta hierbas y espinos, y cerca de ella un manantial de agua abundante, en cuya cueva residió toda su vida, perseverando en la oración y la meditación, no comiendo más que hierba y alimentándose de la leche de una cierva que vino a él.

Un día, unos sirvientes del rey estaban cazando, y sus perros persiguieron a aquel ciervo, por lo que se refugió en la cueva del santo, lo persiguieron, y uno de ellos le disparó una flecha desde fuera, que impactó en la mano del santo y brotaba la sangre. Sufría mucho dolor, pero no decía una palabra. Entonces quitaron las espinas de la puerta de la cueva y vieron al santo arrodillado orando, con sangre manando de él.

Quedaron atónitos y cayeron a sus pies pidiendo perdón. Vendaron sus heridas y pidieron su bendición. Regresaron y le contaron a su rey lo que había pasado. Quedó muy conmovido, luego él y el obispo Aregio fueron a visitar a San Egidio a su cueva, así que los entretuvo y les contó su biografía. Le admiraban y el rey le cedió los terrenos adyacentes a la cueva para que estableciera allí un monasterio para aquellos que quisieran imitarlo en su camino. Luego el obispo lo ordenó sacerdote y el santo estableció un monasterio lleno de monjes.

Luego fue a Roma y conoció a Su Santidad el Papa Mubarak II (684) - (685), quien lo bendijo a él y a su monasterio. Después de que se le dio el poder de realizar milagros en su vida, supo que su muerte se acercaba, así que reunió a sus monjes y les ordenó que los amaran y se hicieran amigos de ellos, que mantuvieran el orden y la ley, y que recibieran los santos secretos.
Murió en el año 720. Sus oraciones están con nosotros. Amén.

Fuente: maronitas.org