Diácono en Iglesia de Cesarea que exhortó a los cristianos en público a la resistencia por lo cual, tras crueles tormentos y cortarle la lengua, fue estrangulado en la cárcel.

En la ola de arrestos de cristianos, el diácono Román instruyó a las víctimas de la persecución a no negar la fe, diciendo: "¿No es una vergüenza dejar al único Dios verdadero y adorar a dioses falsos?"

Con este bendito discurso, Román logró empujar a los creyentes a profesar su fe, y fue arrojado al cautiverio, donde confesó su guía a los cristianos y su disposición a sacrificar su vida por la fe en Cristo.

Es una confesión cuyas consecuencias fueron dolorosas, ya que Román fue azotado hasta que le corrió la sangre, un dolor acompañado de paciencia y alabanza del nombre del Señor Jesús ante la multitud, diciendo al gobernante: “¡Cuánto desea mi alma que tú y tu Rey sean iluminado por la luz de Cristo! "

En ese momento, el gobernante incrementó su dolorosa opresión contra Román, quien a su vez aumentó su gozo, sacrificio, predicación y animándolo a adorar al único Dios, el Señor Jesús, hasta que Román ordenó al gobernante que lo quemara vivo.

Sin embargo, la lluvia cayó tan pronto como prendieron el fuego, por lo que el santo escapó de la quema, y ​​fue sometido a cortarse la lengua sin silenciar su glorificación del Señor.

Ante la grandeza de la fe de Román, el gobernante se desesperó y ordenó que lo estrangularan en la cárcel.

San Román Mártir es un héroe cristiano que se mantuvo fiel a su fe a pesar de las dificultades. En su fiesta de hoy, oramos para que tengamos paciencia y gozo al sobrellevar los problemas de la vida diaria, ¡por eso la consideramos una cruz que nos lleva a la salvación!