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ABGAR, LEYENDA DE

Por: Alberto Meouchi-Olivares

Solariega leyenda inicialmente narrada en dos antiguos documentos: en la Doctrina de Addai (del siglo III o IV), cuyos testimoniales se remontan a manuscritos de los siglos V y VI; y en la Historia de la Iglesia (Ἐκκλησιαστικὴ ἱστορία [HE I, 13; II, 6-7] ) de Eusebio de Cesarea (s. III-IV). Ambos refieren a un manuscrito edesano escrito en arameo (siríaco), que contiene la carta escrita por Cristo al rey Abgar.

Este rey es un personaje histórico del siglo I, ocupó el trono en dos ocasiones (la primera del año 4 a.C. al año 7 d.C., y la segunda del año 13 d.C. al año 50 d.C.). Se le conocía por el apodo de Ukkama (o Uchama), lo cual significa “el negro”, posiblemente haciendo referencia a la enfermedad de piel que sufría. Se sabe que el cristianismo se estableció en Edesa hacia finales del siglo II, pero es difícil probar que este rey fuera cristiano. La leyenda parece más bien un intento de mostrar que tanto la Imagen como el cristianismo fueron muy antiguos en Edesa (M. Guscin, 2003).

La leyenda versa sobre un lienzo en el que se quedó grabada la imagen de Cristo. Según esta leyenda, el rey Abgar V de Edesa, habiendo escuchado de los prodigios realizados por Nuestro Señor Jesucristo, le envío una embajada para solicitarle salud, pues padecía de lepra, y una invitación para que reinara junto con él, y él le prometía cuidarlo contra las acechanzas de los judíos. El Señor Jesús, agradecido, se compromete a enviarle a uno de sus setenta y dos discípulos (Lc 10, 1): Addai (o Tadeo de Edesa), una vez que terminara su misión en la tierra. Mientras tanto, Cristo le hace llegar un paño de lino con la impresión milagrosa de su rostro, después de secarse su cara con él. Este lienzo con la imagen de Cristo muestra la faz del Señor antes de la Pasión, es decir, sin señales de sangre, golpes o heridas (la tela impresa durante la Pasión es la del “Velo de la Verónica”, y la impresa después de la Pasión, es la del “Santo Sudario”, ambas con señales de violencia).

Según la leyenda, esta imagen “no hecha por mano humana” ( άχειροποίητος [ajeiropoiētoz] ), sino siendo un “ícono hecho por Dios” ( θεότευχτος εἰκών [theoteujtoz eikōn] ), fue doblada en cuatro partes ( τετραδιπλόν [tetradiplon] ), por lo que fue llamada el Tetradiplon en la Actas Apócrifas de Tadeo (documento, en griego, del siglo VII).

Otro nombre que recibe el Lienzo de Edesa es el de Mandylion (μανδύλιον), palabra griega que procede de la palabra aramea paño, tela, toalla, mandil o delantal: ܡܰܢܕܺܝܠܴܐ (mandylo). Este término – Mandylion–, se ha utilizado exclusivamente para referirse al lienzo que contiene impreso el rostro de Cristo.

Algunos autores sostienen que se deben tomar muy en cuenta los contextos religiosos y políticos en donde se fue contando esta leyenda a lo largo del tiempo, pues de este análisis diacrónico depende la desmitificación de la misma. Esta leyenda, concretamente, buscaría dos objetivos (S. Cataldo, 2018):

a) el deseo de afirmar la filiación apostólica de la Iglesia de Edesa, pues con esta dependencia se garantizaría la ortodoxia y la fidelidad a la doctrina cristiana trasmitida directamente por los Apóstoles, y, evidentemente, daría una autoridad frente a otras corrientes cristianas de pensamiento;

y, b) tener un argumento contra las herejías cristológicas que estaban surgiendo en la época, como, por ejemplo, la de los bardesanes –gnósticos que negaban la resurrección de Cristo– o la de los maniqueos –dualistas que despreciaban la encarnación, y todo lo corpóreo, por verlo procedente del mal. Es sintomático que Mani (s. III), el fundador del maniqueísmo, también escribiera una carta a la ciudad de Edesa (tal como lo hizo Jesús), y que los seguidores de Maní veneraran su retrato pintado, emulando, de esta manera, la leyenda del rey Abgar, para dar solidez a su doctrina (D. Gonnet, 2005).

A finales del siglo IV, la hispanorromana Egeria realizó un viaje a Edesa que lo registró en un manuscrito escrito en latín vulgar, el Itinerarium Peregrinatio, y habla de la Carta de Cristo a Abgar, la cual, dice, leyó en el obispado de Edesa (año 385).

A principios del siglo V aparece un añadido en el manuscrito Doctrina de Addai (L. J. Tixeront, 1888), en donde se advierte de un retrato de Cristo. Dice el añadido que un tal Juan (o Hannan) no solo era un archivista, sino también el pintor del rey Abgar. Al presentarle al rey el retrato de Cristo que había realizado con pinturas elegidas (sic), quedó tan impresionado Abgar que mandó colocarlo con gran honor en una de las salas del Palacio. Se trataría, por la expresión de “pinturas elegidas”, de un retrato mostrando un Cristo sin heridas, con los ojos abiertos. Este añadido intentaría confirmar el dogma de las dos naturalezas de Cristo, particularmente su naturaleza humana (S. Cataldo, 2018). Sin embargo, parece ser un añadido sustentado, pues en este mismo siglo, el obispo Santiago de Sarug, en uno de sus escritos, refiere que Daniel de Galas († 439) fue a Edesa en compañía del monje Mar Mari para recibir la bendición de la imagen de Cristo que ahí se encontraba (J. S. Assemani, Bibliotheca Orientalis, I, c. XXVII).

Para finales del siglo VI, el historiador sirio de impronta latina, Evagrio Escolástico, en su libro Historia Eclesiástica, es el primero que refiere que el retrato de Cristo (el icono de Edesa) no fue hecho por mano de hombre, y que se realizaron algunos milagros con esta imagen, como la victoria de Edesa contra el rey Cosroes I de los persas (año 544), intentado avalar la protección divina dada a la ciudad por Cristo. Un evento particular que sucedió durante la batalla –con esta imagen– fue cuando querían los enemigos apagar el fuego con agua, pero el agua les reavivaba el fuego con mayor fuerza con que lo haría la gasolina (Procopio de Cesarea, Guerra Persa II, 12; del año 552). En efecto, la imagen de Edesa fue específicamente descrita como “hecha por un milagro, y sin la intervención artística de bordadores ni de pintores” (Teofilacto Simocatta, Historiae II, 3; ca. 628). Esto fue lo que genero el precedente de considerar la imagen como obra άχειροποίητος [ajeiropoiētoz] (no hecha por mano humana), sino como θεότευχτος εἰκών [theoteujtoz eikōn] (icono realizado por Dios).

En el siglo VII fue escrito un documento llamado Acta del Santo Apóstol Tadeo, uno de los doce, escrito en griego, en el que se cuenta cómo se formó la imagen: Abgar mandó con Ananías una carta a Cristo, y le pidió que registrara con precisión cómo era su apariencia física, su estatura, su caballo, en una palabra, todo. Ananías, al llegar y estar entregando la carta, no quitaba su mirada de Cristo, para memorizar todo su aspecto, pero su memoria lo traicionaba. Conociendo el Señor el corazón de Ananías, se lavó la cara frente a él y se la secó con un lienzo, en el que quedó inmediatamente impreso su rostro. Ese lienzo se lo entregó a Ananías y le dijo que se lo llevara a Abgar dándole el siguiente mensaje: “¡Paz a ti y a tu ciudad! He venido a sufrir por el mundo, y levantarme de nuevo, y a levantar a todas las generaciones. Y después de haber subido a los cielos, te enviaré a mi discípulo Tadeo, que te iluminará y te conducirá a la verdad, tanto a ti como a tu ciudad”; y habiendo recibido el lienzo que trajo Ananías, Abgar cayó al suelo para adorar la imagen, y se curó de su enfermedad antes de que llegara Tadeo.

Entre el siglo VIII-X se hacen algunas traducciones de esta leyenda, y una de ellas es recogida en el Codex Vossiamus Latinus Q69 (s. X), en el cual se introduce una variación a la narración afirmando que el lienzo que envío Cristo a Abgar no contenía sólo impreso su rostro sino también su cuerpo entero. Sin embargo, se ve muy artificial esta variación; quizá su finalidad fue la de defender a la Iglesia contra los ataques iconoclastas (S. Cataldo, 2018). Los folios 6r y 6v de este manuscrito del siglo X que contiene esta versión distinta de la correspondencia entre Jesús y Abgar dice: “Si vero corporaliter faciem meam cernere desideras hunc tibi dirigo linteum, in quo non solum faciei mee figuram, sed totius corporis mei cernere poteris statum divinitus transformatum” (trad.: si quieres ver mi rostro te envío esta tela, en que podrás ver no solo mi rostro sino también mi cuerpo entero, divinamente transformado) (M. Guscin, 2003). Otro lugares en donde se habla de que el Lienzo de Edesa es de cuerpo entero son los mencionados por Ordericus Vitales (ca. 1075 – ca. 1143) y por Gervase de Tilbury (ca. 1150 – ca. 1228).

A pesar de que la Leyenda de Abgar porta una carga sumamente mitológica, el cristianismo de Edesa es muy antiguo y está bastante fundado. Esta leyenda influyó en los maronitas para confirmar su inquebrantable fe en las dos naturalezas de Cristo y en el desarrollo de su iconografía.

Bibliografía:

Acts of the Holy Apostle Thaddaeus, One of the Twelve (recuperado de http://www.intratext.com/IXT/ENG1040/_P1.HTM); CATALDO, Sébastien, Le linceul de Turin: Du mythe du suaire du Christ à la vérité historique, Turín: Ed. Incietis, 2018; DUVAL, Rubens, Ancienne Littératures Chrétienne: II. La littérature syriaque, Paris: Librairie Victor Lecofre, 10 ed. 1990; EGERIA, Itinerarium Peregrinatio, Pars Prima: Peregrinatio ad Loca Santa (recuperado de http://www.intratext.com/IXT/LAT0719/); EUSEBIO DE CESAREA, Historia Eclesiástica, Ἐκκλησιαστικὴ ἱστορία. Textus: Eusebii opera in Patrologia Graeca 19 - 24, Paris: J. P. Migne, 1857 (https://www.hs-augsburg.de/~harsch/graeca/Chronologia/S_post04/Eusebios/eus_hi00.html); EVAGRIUS SCHOLASTICUS, A History of the Church in six Books, from A.D. 431 to AD 594, USA: 1846. A New Translation from Greek by W. WALFORD, Whitefish, Montana: Kessinger Publ., 2005 (http://www.tertullian.org/fathers/evagrius_0_intro.htm. Ver también: http://www.intratext.com/IXT/ENG0853/_P2.HTM); GONNET, Dominique, «L’histoire d’Abgar, roi d’Édesse, ses sources bibliques et sa stratégie narrative (Eusèbe de Césarée, Historie ecclésiastique, livre I, 13)», Journée d’Agrégation, Lyon: 19 de noviembre 2005; GUSCIN, Mark, The Image of Edessa, Leiden: Brill, 2009; GUSCIN, Mark, The Tradition of the Image of Edessa, Cambridge: Cambridge Scholars Publishing, 2016; GUSCIN, Mark, «La Síndone y la imagen de Edesa, investigaciones en los monasterios del Monte Athos (Grecia)», Revista CES Linteum 34,(enero-junio 2003) (recuperado de http://www.sabanasanta.org/archivosiconos/sindoneedesamarkguscin.pdf); HABBI, J., «Abgar, Leyenda de.», en FARRUGIA, Edward G. (dir.), Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, Burgos: Monte Carmelo, 2007; PROCOPIO DE CESAREA, Historia de las guerras. Libros I-II, traducido por GARCIA ROMERO, F. A., Madrid: Biblioteca Clásica Gredos 280, 2015; SEGAL, J. B., Edessa, ‘the Blessed City’, USA: Gorgias Press, 2005; The Chronicle of Joshua the Stylite, composed in Syriac A.C. 507, edited by WRIGHT, W., Cambridge: At University Press 1882 (recuperado de https://archive.org/details/chronicleofjoshu00josh/page/n7); The Teaching of Addai. Syriac text reproduced from edition by PHILLIPS., G. London, 1876. Translated by G. HOWARD. Pp. ix†117. (SBL Texts and Translations, 16, Early Christian Literature Series, 4), Chico, California: Scholars Press, 1981; THEOPHILYACT SIMOCATTAE, Historiae, edidit Carolus de Boor, Lipsiae, 1887, (recuperado de https://archive.org/details/theophylactisim00simogoog/page/n4); TIXERONT, L. J., Les Origines De l' Église d' Édesse et La Légende d' Abgar, USA: Gorgias Press, 2012; WHITBY, Michael and Mary. The History of Theophylact Simocatta: an English Translation with Introduction, Oxford: Oxford University Press, 1986.

Ver voces:

Cómo Citar:

Meouchi-Olivares, A. (2019). Diccionario Enciclopedico Maronita. iCharbel-Editorial.

Sitio web: https://www.maronitas.org



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