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BAUTISMO, MISTERIO DEL.

Por: Alberto Meouchi-Olivares

En la tradición maronita este sacramento se administra junto con el misterio de la crismación (i.e confirmación), pues se considera como complemento del bautismo, y ambos se perfeccionan con la sagrada Eucaristía. La razón de esta complementariedad está en el concepto de la divinización.
En efecto, Cristo no se conformó sólo con redimir a los hombres del pecado, de librarlos del mundo de las tinieblas, sino que dio un paso más en su misericordia, la realización de la divinización de sus criaturas, de concederles “ser partícipes –consortes– de la naturaleza divina” (2 P 1, 4). Los misterios del Bautismo, Crismación y Eucaristía son elementos integrantes del proceso de esta divinización que ofrece Dios a sus criaturas.

En esta tesitura, san Efrén de Nísibe († ca. 373) plantea que así como en el vientre de María se hizo realidad la presencia divina (cf. Lc 1 26-38), así también en el Misterio del Bautismo, análogamente, se da una divinización en el bautizado: “Dios en su amor se inclinó y descendió, para mezclar su amor con las aguas, y para unir la naturaleza de su majestad con los cuerpos débiles de los humanos. Por medio de las aguas encontró la manera de descender y habitar entre nosotros; como un camino del amor, descendió y habitó entre nosotros; como un camino del amor bajó y habitó en el vientre: ¡oh, el amor de Dios que busca para sí mismo todas las ocasiones para habitar entre nosotros!” (Himno de Epifanía, no. 8).

Para la Iglesia Maronita el acontecimiento central desde donde comienza propiamente la revelación del deseo de Dios de divinizar a su criatura es el Bautismo de Cristo en el Jordan (cf. Mt 3, 13-17; Mc 1, 9-11; Lc 3, 21-22), es decir, este evento es la fuente del bautismo cristiano y la proclamación pública de la filiación divina. Los Hechos de los Apóstoles, de modo perspicaz, lo relaciona directamente con su misión mesiánica (el Mesías, el Cristo, el Ungido | ܡܫܺܝܚܳܐ, mshiḥo): “[…] después del bautismo que predicó Juan: cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dios con el Espíritu Santo […] ” (Hch 10, 38). Con esta unción (ܡܫܺܝܚܳܢܽܘܬ݂ܳܐ, mshiḥonutho) del Ungido (ܡܫܺܝܚܳܐ, mshiḥo) se unge (ܡܳܫܶܚ, mosheḥ) también a los ungidos (ܡܫܺܝ̈ܚܶܐ, mshiḥe): ser ungido es el equivalente (en griego) a ser Χριστιανοί (cristiano). Los cristianos son ungidos por la Trinidad en el bautismo; y es aquí el comienzo de su vida cristiana: “N. es ungido cordero en el rebaño de Cristo, con el óleo vivo de la unción divina, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, para la Vida Eterna” (oración en el momento de la “Unión con el Óleo de los Catecúmenos” del Ritual de los Sagrados Misterios del Bautismo y de la Crismación).

Además, y aunque el cumplimiento de la acción bautismal de Cristo exige colocarlo en la Cruz –cuando brotó sangre y agua de su costado (cf. Jn 19, 34)–, la tradición maronita más temprana no pone el énfasis en ello –con la clásica idea de “morir” y “resucitar”– sino en contemplar al Misterio del Bautismo como un “vientre nuevo” que da a luz a nuevos “hijos”, a imagen del “nuevo Adán” (cf. 1 Co 15, 20-22) con el que se revisten de nuevo con la “túnica de gloria” (cf. Col 3, 10) perdida. Es decir, el Misterio del Bautismo revierte los tristes eventos acontecidos en el paraíso por la desobediencia de Adán y Eva (cf. Gn 3, 1-23). La unción diviniza desde el vientre nuevo (del bautismo) dando una túnica de gloria: “He aquí, que te has vestido, ya, del Padre vivo; has tomado al Hijo, el Mesías; te has ceñido con el Espíritu Santo; y has recibido la túnica de gloria, aquella de la que se había despojado Adán” (de la oración en el momento del revestimiento con la “Vestidura Blanca” del Ritual de los Sagrados Misterios del Bautismo y de la Crismación). En la oración final del rito del bautismo se le pide a Cristo que de este “vestido nuevo” nunca el bautizado se desprenda: “no permitas que, cuando se despoje del vestido visible de su cuerpo, se despoje, oh Cristo, de ti, el vestido oculto e invisible; sino más bien, sé para él, oh Señor, un vestido nuevo”. Si el símbolo del “vientre nuevo” representa la filiación divina y el de la “túnica de gloria” simboliza la santificación que realiza el bautismo; y considerando que la clave de la antropología maronita está en que el ser humano es imagen de Dios, el bautismo no solo simbolizada sino que restituye esta imagen destruida por la culpa original.

El agua utilizada de manera ordinaria en el bautismo no es sólo agua bendita sino agua consagrada con el santo Crisma, y la epíclesis bautismal, en la liturgia maronita, es una acción de la Santísima Trinidad que se le atribuye a Cristo, porque él “santificó, para nosotros el bautismo, y lo convirtió en un seno puro y admirable” (de la oración en el momento de la “Consagración del agua bautismal”. del Ritual de los Sagrados Misterios del Bautismo y de la Crismación).

Además de las aguas un elemento integral en el proceso de la iniciación en el rebaño de Cristo es la acción de la unción. Cuando uno piensa en relación a la unción en los simbolismos del “aceite del oliva” y el de la “vid”, e incluso el del “árbol de la vida”, en la mentalidad maronita se piensa tanto en la presencia de Cristo como en la acción del Espíritu Santo. Dado que el sustantivo ܡܫܺܝܚܳܐ (mshiḥo: Mesías | Χριστός, Cristo) significa “Ungido” el Crisma representa a Cristo: “Cristo y el aceite están asociados; lo invisible se une a lo visible: el aceite marca visiblemente, Cristo sella secretamente a los nuevos corderos del Espíritu, un rebaño de doble gloria, pues son concebidos con el aceite y nacen con el agua” (san Efrén, Himno de la Epifanía, no. 3). Si el óleo representan a Cristo, la unción representa al Espíritu Santo. A su vez, la unción en la tradición maronita se relaciona también con el simbolismo de recibir un casco de protección en la lucha contra el mal, por eso se unge tres veces la frente del que está siendo bautizado; es una protegerlo contra el pecado y contra el maligno.

En el rito maronita hay dos unciones: 1) la primera unción es antes del bautizo y es con el óleo de los catecúmenos, y se expresa con el verbo ܪܳܫܡܳܐ (roshmo, “grabar”, “estampar”); y 2) la segunda unción es post-bautismal y es con el santo crisma, y se expresa con el verbo ܚܬܰܡ (ḥtam, “sellar”, "signar"). Esta segunda unción es propiamente el misterio de la crismación (sacramento de la confirmación). Esto explica la unidad de ambos sacramentos: la primera unción por la acción de Cristo (Liberación del Pecado-Redención), la segunda por la acción del Espíritu Santo (Venida del Espíritu Santo-Pentecostés). Por eso la primera unción se realiza después de lo exorcismos (renuncia a satanás) y la profesión de fe (credo), y antes del bautizo; mientras que la segunda se realiza después del bautizo y antes del padrenuestro (Dios Padre-Filiación Divina). Las tres Personas de la Trinidad actúan en su Unidad Divina para santificar al bautizado por las unciones.

A diferencia de la Iglesia Latina, la Iglesia Maronita encuentra como el día simbólico para la celebración del bautismo el día de la Epifania del Señor (6 de enero) y no el de la Vigilia Pascual.
El lugar propio para la celebración del bautizo es la ܐܳܘܙܳܢܳܐ (owzono, “pila bautismal”) en el ܒܶܝܬ ܡܰܥܡܽܘܕܺܝܬܳܐ (beyt ma‘mudito, “baptisterio”), que suele estar situado en la nave del templo justo a la entrada principal de la iglesia.

Hay un adagio conocido en donde conviven varias iglesia sui uris católicas en un mismo territorio que dice: “entre católicos el bautizo no cambia el rito (i.e. de iglesia sui uris)”. Es decir, sin importa la iglesia sui uris en donde se reciba el sacramento del bautismo, el fiel se hace miembro de la Iglesia Católica sin perder su identidad ritual. Por ejemplo, un maronita puede recibir el bautismo de manos de un sacerdote de la Iglesia Latina siguiendo el rito romano, o viceversa. Sin embargo, el bautizado sigue siendo miembro de la iglesia sui iuris de origen. Esta práctica es muy común sobretodo en lugares donde hay maronitas fuera del territorio patriarcal.

Bibliografía:

BEGGIANI, Seely Joseph, Early Syriac Theology with special reference to the Maronite Tradition, Revised Edition, Washington: The Catholic University of America Press, 2014; BROCK, Sebastian Paul, «The Syrian Baptismal Rites» en Concilium, no.122 (1979), pp. 98-104: MOUHANNA, Les Rites de I’Initiation dans l’Église Maronite, Rome: Pontificium Institutum Orientalium Studorum, 1978.

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Cómo Citar:

Meouchi-Olivares, A. (2019). Diccionario Enciclopedico Maronita. iCharbel-Editorial.

Sitio web: https://www.maronitas.org



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