El σαλός (salós; en plural: σαλοι, saloi) era un monje que vivía fingiendo estar loco, pero un σαλός διά τοῦ χριστοῦ (salós día tou cristou), “un loco por la causa de Cristo”. La expresión “loco por la causa de Cristo” aparece por vez primera en la “Vida de Simeón el Loco” escrita por el obispo Leoncio de Neápolis († 668). De ahí, que esta espiritualidad fuera conocida con el término griego de σαλός (salós), “loco”. El origen de esta palabra griega quizá provenga del vocablo arameo ܣܰܟܠܳܐ (saklo), “necio” (Rydén, 1981), pero no todos comparten esta opinión (Fuertes, 2012).

Fue un espiritualidad nacida entre los monjes de Siria, cuya idea surgió de un versículo de san Pablo a los Corintios: “si alguno de ustedes se tiene por sabio según el mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio” (1 Cor 3, 18). La palabra griega del texto bíblico que utiliza san Pablo es la de μωρός (morós), “necio”, por lo que, a nuestro criterio, respalda el origen arameo del término σαλός (salós), como lo sugiere Rydén, además de que nace en un contexto siríaco donde el idioma era el arameo.

El monje σαλός (salós), era entonces, un asceta disfrazado de loco, cuyo disfraz jamás se descubría en vida, sino a la hora de la muerte del “loco”. Su vida, por eso, era muy dura, pues recibía, además de muchas humillaciones, una vida de desprecio, solitaria y segregada de una conversación o un diálogo adecuado. Con esa absurda loquera el anacoreta lograba luchar contra los pecados de la soberbia y de la vanagloria, convirtiendo el desprecio y el deshonor en una ejercicio de virtud. Esta práctica desarrollaba la idea del κρυπτός δουλοσ του θεο (kryptós doulos tou theo), “del siervo secreto de Dios” (Fuertes, 2012).