Matrona llegó a la ciudad de Barja desde un país de Mqilia, a mediados del siglo V.

Una mujer cristiana adinerada, criada en el culto y la virtud y casada con un hombre honorable, Zaqa, con su única hija. Luego se dirigió con su marido a la ciudad de Constantinopla, donde siempre frecuentaba iglesias y templos, dedicándose a la oración y la meditación.

Sucedió que tergiversó a la célebre Santa Eugenia, por lo que comenzó a seguir su ejemplo en el camino de la santidad y a no descuidar sus deberes domésticos. Continuó así hasta que murió su marido. Ella fue guiada en este mundo, a seguir a Jesucristo cargando la cruz y la abnegación. Entregó a su hija a una mujer virtuosa llamada Susana, y se vistió de hombre, entró en el monasterio de San Casialo y pasó allí un breve período recordando.

Cuando los monjes se enteraron de su existencia, la enviaron al convento de Homs. Continuó allí por un tiempo, y de allí se dirigió a Jerusalén y al Monte Sinaí, perseverando en sus buenas obras, con toda seriedad y energía. Se narra que llegó a la ciudad de Beirut, de donde brotó un manantial de agua con sus oraciones.

Después de eso, regresó a Constantinopla, donde completó su vida en ascetismo y adoración y durmió en el Señor en el año 570.

En cuanto a su hija Taudonna, siguió los pasos de su madre, practicó las virtudes cristianas y los consejos evangélicos durante toda su vida, y descansó en el olor de la santidad a través de sus largas oraciones.


Fuente: maronitas.org

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Santa Metrona, la esclava

Cristiana, esclava de una judía llamada Plotella. La esclava solía servir a su ama con todo vigor y honestidad, sin descuidar sus deberes cristianos en secreto de su dama.

Finalmente, su secreto fue revelado a su ama, y ​​la golpeó dolorosamente hasta desmayarse. Luego la ató y la encerró en el sótano con las puertas cerradas.

Santa Matrona fue paciente, agradeciendo a Dios. Y cuando al día siguiente, la abuela de su señora estaba orando mientras su nieta le quitaba las cadenas a su esclava para golpearla con palos secos hasta que se desmayó de nuevo, y la dejó atada y herida. Dios la sanó y la liberó de sus cadenas. Entonces ordenó que la golpearan otra vez.

Al tercer día, la ama encontró a su esclava libre de todas las cadenas, entonces se enfureció y ordenó que la golpearan sin piedad, hasta que su espíritu puro se desbordó, mientras profesaba su fe en Cristo. Su martirio fue en el primer siglo.

Fuente: www.maronitas.org