No cabe duda de que los fenicios introdujeron en el Mediterráneo occidental una imaginería asiria y egipcia que se denominará orientalista. Consiguieron, en un primer momento, sintetizar el arte asirio y egipcio, que pudieron helenizar durante los siglos siguientes. Sin embargo, también contribuyeron en gran medida al desarrollo de un arte propio capaz de influir, a su vez, en otras culturas.

Por: Dr. Amine Jules Iskandar
Syriac Maronite Union-Tur Levnon
Asociado de maronitas.org
Escrito para Ici Beyrouth
Publicado el 22 de abril de 2023
El arte, expresión de lo inefable, es el testimonio más auténtico de una civilización. Es su presencia la que hace indiscutible la existencia de una cultura que define una realidad sociológica y, por tanto, un pueblo. El recurso de cierto número de historiadores a términos como «orientalizante», «levantino» o «egipcianizante», evitando nombrar las creaciones fenicias por su nombre, no es más que una forma de borrar esta misma civilización. Sin embargo, el libro de Charles Corm sobre el arte fenicio da una idea de la riqueza y extensión de este campo.

Capitel eólico
Entre los temas que han merecido la atención de Carolina López-Ruiz, autora de Phoenicians and the Making of the Mediterranean (Los fenicios y la creación del Mediterráneo), se encuentra el llamado capitel eólico. Se atribuye a la región eolia de Asia Menor, y a veces se considera un antepasado del orden jónico griego. Se desarrolló como tema en la arquitectura fenicia de los siglos VIII-VII e inmediatamente se extendió por las diversas fundaciones coloniales hasta, al menos, el siglo V.
Cuando faltan pruebas arquitectónicas, encontramos este motivo en representaciones fenicias en bajorrelieves. Su presencia en el norte de Israel, sobre todo en Hazor, ha llevado al Estado hebreo a reivindicarlo como propio, llegando incluso a acuñarlo en sus monedas de cinco shekel. Sin embargo, no se puede perder de vista que esta región de la Alta Galilea estuvo bajo la influencia cultural y política de Tiro desde el primer milenio antes de Cristo.
El capitel eólico estaba asociada al árbol de la vida y a Astarté. También lo encontramos en estelas como la del rey Ahiram de Biblos. La asociación de este capitel con un esfinge alado que lo corona denota una evidente influencia fenicia. Encontramos esta combinación en un ejemplo del siglo VI a.C. en el Museo Arqueológico de Delfos.

El arte
Los fenicios no se contentaron con recibir pasivamente las influencias de sus vecinos sirios, chipriotas, cilicios, asirios o egipcios. Las absorbieron y las integraron en su cultura innovándolas, enriqueciendo su contenido y exportándolas bajo una nueva forma. Adoptaron los modelos persas y griegos sólo para desarrollarlos y modernizarlos.
El ejemplo más destacado son los sarcófagos antropoides del siglo V, los llamados «sidonios». Aquí Fenicia había expresado una síntesis entre la forma abstracta del sarcófago egipcio y la escultura antropomorfa griega. Sobre una silueta en forma de botella, este arte de la ósmosis injertó rostros y manos realistas, como ilustran muy bien los ejemplos de los museos de Beirut y Cádiz.
La influencia egipcia había comenzado ya en el tercer milenio con el comercio de madera de cedro y acabó afectando a todo el repertorio iconográfico. Sin embargo, los símbolos egipcios adoptados se integraron, reinterpretaron y modernizaron para ser fuertemente exportados entre los siglos VIII y VI. El anj egipcio, o llave del cielo, por ejemplo, se convirtió en un símbolo de Tanit, más utilizado en la diáspora que en la propia Fenicia. En sus formas originales, estos temas orientalizantes se convirtieron en signos de eclecticismo, prestigio y cosmopolitismo.
