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El misterio de la Eucaristía entre los maronitas

Actualizado: 18 jun. 2023

Mucho más que escribir la historia o levantar un ejército, los maronitas han cimentado su fuerza en un encuentro permanente con Cristo inmolado y resucitado. Es esta visión soteriológica, íntimamente ligada a la Eucaristía, la que ha dado ritmo a la vida del pueblo libanés durante varios siglos.

#maronitas
Caballeros Maronitas en la Eucaristía de Fatqa en 1934. © Photothèque de la Bibliothèque Orientale de l’USJ.

Por: Dr. Amine Jules Iskandar

Syriac Maronite Union-Tur Levnon

Asociado de maronitas.org

Escrito para Ici Beyrouth

Publicado el 27 de mayo de 2023


La Eucaristía, que está en el centro de la liturgia cristiana, adquiere una dimensión específica entre los maronitas. Todos los aspectos de su sociedad —monástica, eclesiástica y laica— giran en torno a ella. En su vida cotidiana, toda la semana consiste en la preparación para la comunión y, en su visión escatológica, la Hostia representa la encarnación de sus aspiraciones, orientadas constantemente hacia la noción de salvación.


El punto focal


Mucho más que en escribir la historia o levantar un ejército, esta sociedad ha cimentado su fuerza en un encuentro permanente con Cristo inmolado y resucitado. Para Jad Hatem, «la irreductibilidad de los maronitas no está significada por la experiencia histórica, sino por Cristo, su punto focal, cuyo rostro buscan tocar en la oración eucarística». Este valor permite un encuentro con Jesús en el tiempo absoluto de la contemporaneidad, que se contagia a todos los aspectos de la vida. Se experimenta en el campo, en el hogar, a la hora de comer, en la oración, en el descanso, en la misa y en los días de fiesta.


Las iglesias maronitas parecen casas normales. Son extremadamente austeras y humildes. Sus fachadas, que no toleran la ornamentación gratuita, utilizan los símbolos de las dos especies, como la Hostia y el Cáliz. Junto con algunos querubines o pájaros, son los raros elementos figurativos que tolera esta arquitectura junto a la cruz.


La Eucaristía, en siríaco Oukharistia, es tan central para los maronitas que el patriarca Esteban Douaihy basó en ella su misticismo. En su Candelabro de los Santos Misterios, asocia la elección de Adán con la muerte y el Cuerpo de Cristo con la vida. Escribe que el cuerpo del fiel está «santificado por el santo Cuerpo de Cristo y su alma purificada por su Sangre misericordiosa». El cuerpo del «Hombre-Dios es pan de vida», añade, y es «prenda de la Resurrección».

Bechara Pedro Rai
Nuestra Señora de las Semillas (Zrou') en Kfifen: inscripción en letras siríacas fechada en 1838 y coronada por los frutos de la vida (la Eucaristía) y los frutos de la muerte simbolizados por las dos serpientes.

Un léxico adaptado


En todo el mundo, sea cual sea la lengua utilizada para celebrar la misa maronita, la consagración sólo puede hacerse en siríaco, lo que subraya la importancia primordial de este acontecimiento fundacional. Toda la misa es una celebración del Santísimo Sacramento. Tras la semana de preparación a la comunión, la misa se divide en una serie de etapas que conducen al momento crucial del encuentro con Cristo en la carne.


La elección de los términos no puede ser más clara. Mientras que en siríaco la misa se llama Qurobo y la eucaristía Qurbono, los maronitas han optado por la forma Qurbono como referencia a la misa en su conjunto y sin distinción alguna. Este mismo término designa también la Hostia, Qerbene en el dialecto siríaco del Líbano (donde la Q es siempre muda).


Cuando se consagran las hostias, el sacerdote recita las palabras de Jesús: hono den itaw pagro dil (esto es mi Cuerpo). El siríaco conoce dos términos específicos para significar el cuerpo físico (gushmo) y el cuerpo biológico carnal (pagro). Esta última forma se elige deliberadamente para evocar el concepto de carne viva y vivificante.


Literatura maronita


Durante la comunión, los fieles cantan el himno eucarístico eno-no laḥmo de ḥaye, del Evangelio según san Juan: «Yo soy el pan de vida» (Jn 6, 48). Volvemos a leer: «Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida» (Jn 6, 55). Esta insistencia en lo concreto, que se experimenta por los sentidos, se revela abundantemente en la literatura maronita.


La encarnación de Dios es una presencia percibida, sentida y absorbida en toda su plenitud. San Efrén la canta en su estilo poético cuando, en su «Himno sobre la fe» (10, 8), evoca esta «eminente maravilla que han recibido nuestros labios». La literatura siríaca apela constantemente a los sentidos y los utiliza en particular en su aproximación a la Eucaristía. El Penqidto (libro de las fiestas) hace de ella el misterio del amor a través del sacrificio supremo del Hijo de Dios: «Él es el amor en el misterio del amor», dice. Y Santiago de Saroug lo asocia al sacrificio (debḥo).


Por último, el Nomocanon maronita, conocido como Libro de la Dirección, insiste en este amor divino y se detiene en la noción de cercanía y contemporaneidad del Salvador, recordando sus palabras: «Cada vez que se reúnan en mi Nombre y se acuerden de mí, y coman mi Cuerpo y beban mi sangre, estarán conmigo y yo estaré con ustedes». Fue este concepto kierkegaardiano de contemporaneidad el que realmente se vivió en Monte Líbano como un viaje perpetuo hacia la Hostia. Se vivía en la oración y en la carne durante la misa, la preparación espiritual y las horas de ayuno que precedían y seguían a la comunión.


La comunidad


Es la comunidad como cuerpo unificado la que experimenta el misterio de la Eucaristía. A la comunión vertical con el Señor debe seguir la comunión horizontal, durante la cual los fieles acompañan al celebrante en un proceso de confesión y consagración. Juntos, dan gracias según el significado etimológico de la Eucaristía, que es «acción de gracias». A continuación, se invoca al Espíritu Santo y se le pide que descienda sobre el pan y el vino. El término siríaco utilizado es Aguén, que significa a la vez «descender» y «habitar», asegurando así el fenómeno de la actualización. Este movimiento vertical descendente permitirá una relación ascendente en el momento de la comunión.


El papel de la unión horizontal es tan decisivo que acabó dando nombre a la Iglesia maronita. Se denomina entonces knushto, o knisse, que significa «asamblea», «reunión», «comunidad», mientras que las demás iglesias siríacas utilizan el término idto.


Esta comunidad no sólo participa en la misa, sino que la celebra y la establece en su sencillez, popularidad y espontaneidad, que son el esplendor de la misa maronita, afirma Charles Malek. Lejos de cualquier forma de filosofía o sofisticación, es «una maravillosa y espontánea encarnación de los corazones y sentimientos de la gente», escribe.

San Charbel
Corporal con las inscripciones «Pagro dil» (mi cuerpo) y «Dmo dil» (mi sangre). Obra del padre Germanos Germanos.

Soteriología


Heredera de la escuela de Antioquía, que entiende la imagen a la luz de la restauración del nuevo Adán, escribe Vincent Van Vossel, «la Iglesia Maronita concibe la existencia a través de la teología de la salvación. Contrasta los frutos de la Eucaristía con los frutos del pecado de Adán, cuya imagen debe ser restaurada. Según Sebastian Brock, toda la vida espiritual, y por tanto la vida cotidiana, gira en torno a la purificación, buscando reencontrar la belleza original.


La iconografía maronita, como la de la fachada de Nuestras Señora de las Semillas de Kfifén, ilustra este pensamiento soteriológico comparando los frutos del bien y del mal. Sobre la entrada están el cáliz que lleva la Sangre divina y las dos serpientes del pecado original que Santiago de Saroug llama Piro de ḥayé (el fruto de la vida) y ḥarmono (la serpiente) que mató a Adán.


«Comimos su Cuerpo en lugar del fruto del árbol, y su altar sustituyó para nosotros al Jardín del Edén», escribió entonces san Efrén. Fue esta visión soteriológica, íntimamente ligada a la Eucaristía, la que dio ritmo a la vida del pueblo libanés durante varios siglos. Lejos de cualquier forma de filosofía, la Hostia, esperada durante toda la semana, encarnaba la causa y la razón de ser, la esperanza, la alegría y la recompensa.

 

Para leer el texto original en francés: Le mystère de l’eucharistie chez les maronites


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