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IDENTIDAD SIRÍACA DEL LÍBANO - ܗܺܝܝܘܬܐ ܣܘܪܝܳܝܬܐ ܕܰܒܠܶܒܢܳܢ - PARTE 20/20:

Actualizado: 1 ene 2021

KAFNO: EL GENOCIDIO


Publicación y traducción al español por Maronitas.org con autorización y cortesía de Tur Levnon.


Por: Dr. Amine Jules Iskandar

Presidente de la «Syriac Maronite Union-Tur Levnon»

y Asociado de «maronitas.org»

 

ܟܰܦܢܳܐ

KAFNO: EL GENOCIDIO

1914-1918


El lenguaje siríaco, y también la cultura siríaca, su arte y su conciencia, estuvieron muy vivos hasta principios del siglo XX. ¿Qué pasó después?


En 1914-1918 fue un gran «genocidio» que fue planeado, organizado y meticulosamente implementado en todo el Oriente Cristiano desde Diyarbakir a Cilicia, y desde Tur Abdin a Tur Levnon (Monte Líbano), diezmando a todos los cristianos: armenios, siríacos orientales, como los asirio-caldeos, y siríacos occidentales, como los siro-ortodoxos, siro-maronitas y roum.

Tseghaspanoutioun

Mientras que la parte armenia del «genocidio» (ցեղասպանություն) fue reconocida como un crimen contra la humanidad, el reconocimiento del «genocidio» arameo-asirio-caldeo sigue en curso bajo el nombre de ܣܰܝܦܳܐ (Sayfo), «la espada» en siríaco.

Sayfo

¿Qué hay del ܟܰܦܢܳܐ (Kafno, «la hambruna» en siríaco)? El «genocidio» del Monte Líbano sigue siendo totalmente negado. Algunos todavía pretenden que la mitad de los cristianos del Monte Líbano murieron por una invasión de langostas. Y sin embargo, las pruebas son evidentes.


Aprovechando las divisiones en Europa, las capitulaciones fueron abolidas por Estambul en 1914. Estas capitulaciones habían sido firmadas en 1536 con Francisco I de Francia para proteger a los cristianos del Imperio Otomano. Luego vino la abolición de la autonomía del Monte Líbano, que fue garantizada por el reglamento orgánico bajo la protección de 5 poderes cristianos: Francia, Gran Bretaña, Austria-Hungría, Rusia y Prusia. Tan pronto como Enver Pasha envió las órdenes a Djamal Pasha, establecieron la censura y procedieron con:

  • La requisición de todos los monasterios pertenecientes a misioneros europeos.

  • La expulsión de todos los misioneros.

  • El exilio forzoso de los obispos maronitas y no maronitas que tenían fuertes relaciones y contactos con Europa.

Después de aislar al Monte Líbano, el exterminio de su pueblo podía comenzar. Ya en 1914, desafiando a la Iglesia Maronita, Djamal Pasha llamó a los libaneses a resistir contra el «enemigo». Obviamente, él definía al «enemigo» de la misma manera que decidía su identidad, y muy similar a la forma en que aún hoy en día ocurre en el Líbano.


En 1916, los otomanos requisaron todo el trigo y el queroseno, todos los animales de carga y el ganado supuestamente para las necesidades de los militares del frente. Procedieron a una deforestación total del Líbano. Quemaron todos los silos de grano y requisaron todos los materiales de construcción. Durante la autonomía del siglo XIX, Monte Líbano era rico. Su pueblo vivía en la riqueza material y la prosperidad intelectual. Pero entonces, las primeras señales inquietantes comenzaron a aparecer. Y se puso peor. Los libaneses empezaron a vender sus muebles, y luego sus telas.


Casa sin puertas, ventanas ni techo

Pronto ya estaban vendiendo la madera de su casa, las puertas y ventanas, luego los techos, sus vigas y tejas rojas, y finalmente la tierra misma, por muy poca comida. Terminaron en los caminos en total desesperación. Algunos empezaron a recoger comida y grano del suelo.


Hambre, desnutrición, enfermedades y epidemias

Con el hambre y la desnutrición, aparecieron enfermedades y epidemias: el tifus, el cólera y la peste diezmaron a toda la población. Ningún alimento pudo llegar a ningún distrito cristiano del Monte Líbano. La muerte estaba en todas partes. Este es precisamente el momento en que los otomanos llegaron con sus ideas maquiavélicas: la requisa de farmacias y medicamentos, e incluso los médicos fueron deportados de todas las aldeas y ciudades libanesas para ejercer en los frentes militares. Cada cristiano tenía que morir. El poeta fenicio libanés, Charles Corm, fue incluso encarcelado por distribuir comida a los hambrientos. Los obispos maronitas fueron juzgados en consejo de guerra; algunos fueron colgados como el obispo Hayek.


Ovhannes Kouyoumjian Pasha, gobernador del Monte Líbano, fue reemplazado por un turco. El Parlamento fue disuelto, y el gobierno fue reemplazado por títeres; miembros del parlamento, débiles y corruptos, dispuestos a firmar cualquier cosa. Esta fue la instauración de la corrupción tal como la sufrimos hoy en día.


El nuevo gobernador, Aly Mounif, dejó el Líbano con 2 millones de francos de oro, dejando atrás 220,000 muertos de una población de 450,000 habitantes del Líbano.


Enver Pasha quería erradicar a los armenios por la espada, pero a los libaneses por la hambruna. Porque el Líbano no era Armenia, ni Mesopotamia. Estaba demasiado cerca de Europa. El último genocidio, en 1860, fue interrumpido por una intervención francesa. Así que la hambruna parecía una mejor solución para exterminar a la gente sin arriesgar otra intervención europea, como en 1860 con los ejércitos de Napoleón III.


El 50% de los habitantes del Líbano murieron, y el 50% de los sobrevivientes emigraron. Más precisamente, sobrevivieron porque emigraron. Los historiadores dicen que fue el tercio de la población la que murió. Pero aquí hay evidencias que muestran que fue la mitad de la población, no el tercio:

  • La población de Hardin era de 1,175 habitantes, y se convirtió en sólo de 300 habitantes después del «genocidio»: 225 murieron, 650 emigraron.

  • Ebrin: su población era de 1,300 habitantes, y se convirtió en sólo de 320 habitantes: 630 murieron, es decir, el 50%, y 350 emigraron.

  • Chebtin: su población era de 1,035 habitantes, y se convirtió en 175 habitantes: 650 murieron, es decir, el 60%, y 210 emigraron.

Los otomanos trataron de explicar los orígenes de este desastre señalando el bloqueo al mar impuesto por los aliados (los franceses y los británicos). Sólo los franceses dejaron claro que la mayoría de los granos y otros alimentos siempre llegaban al Monte Líbano desde la Beqaa y el Harán.


Ninguna estrategia militar podía justificar ningún bloqueo desde este lado. En 1916, a pesar de la invasión de langostas, todavía había un número importante de silos de trigo. Fueron entonces destruidos y quemados por orden de Djemal Pasha.


El Padre Sarloutte, superior del Colegio de Aintoura, escribió el 7 de septiembre de 1916:


«Jémal Pacha n’organisa pas comme pour les Arméniens, des pillages par la violence, des massacres sanglants. L’instrument de supplice dont il se servit, était la hideuse famine (…) »

(Djemal Pasha no organizó, como en el caso de los armenios, saqueos con violencia y masacres sangrientas. El instrumento de tortura que usó, fue la horrible hambruna...).


Ese fue el año en que la gente comenzó a sentir la hambruna. El correo de los jesuitas de 1916 mencionaba abiertamente un exterminio a raíz del «genocidio» armenio.


¿Qué hay del correo diplomático? Está lleno de evidencias sobre el «genocidio», mencionado por primera vez por el embajador francés en El Cairo, Defrange, a Brian, su ministro de asuntos exteriores.


De hecho, la diáspora maronita en El Cairo fue extremadamente activa. En 1916, el Ministro Brian escribió a Barrere, el embajador francés en Roma, pidiéndole que movilizara a otros países europeos por el bien de los cristianos del Monte Líbano.


Una madre abrazando a sus hijos

Monte Líbano estaba muriendo. El 16 de mayo de 1916, el ministro Brian pidió ayuda a Washington. Los franceses también intentaron movilizar al rey de España ya que se le consideraba un monarca muy cristiano. En toda la correspondencia leemos que era necesario, era vital, hacer esta ayuda ultra secreta, para evitar la oposición otomana. El plan secreto se inició. La base francesa en la isla de Arwad fue usada para este propósito. El comandante de la isla era Albert Trabaud; él organizó la transferencia del oro enviado por la diáspora libanesa para Bkerke. El oro era transportado por la noche en pequeños barcos más cercanos a la costa libanesa, para ser llevado por nadadores que lo entregaban a los monjes que luego lo llevaban a Bkerke.


Pan que repartía el patriarca

Allí, el patriarca organizó la compra de pan para ser distribuido al pueblo. Cualquiera que fuera atrapado mientras participaba en esta campaña humanitaria era directamente juzgado y ejecutado. No fue un desastre natural o una consecuencia de la guerra, fue un «genocidio» planeado.


Niños hambriento pidiendo ayuda

Charles Corm fue arrestado y encarcelado por alimentar a niños hambrientos.


¿Cómo podrán los maronitas de hoy en día construir una nación sobre el olvido? ¿Cómo pueden renunciar a su lengua siríaca y a su importancia crucial para su identidad? ¿Cómo pueden comprometer su historia y negar a sus mártires y su memoria? La pérdida de la identidad es una aniquilación completa en todos los niveles.


Nuestros libros de historia sólo hablan de los 40 mártires de la Place des Canons, que ahora lleva su nombre convirtiéndose en la Plaza de los Mártires. Fueron utilizados como una distracción o un regateo para silenciar e incluso borrar las 220,000 víctimas cristianas que no satisfacían los planes y la imagen del Gran Líbano tratando de construirse una nueva identidad en 1943.


Pero la verdad se niega a ser escondida para siempre. Y los Justos y Rectos siempre crecerán como un Cedro en el Líbano. Desafiando la amenaza de ejecución, iniciativas muy valientes fueron capaces de transmitir a nuestra generación los testimonios del sufrimiento de nuestro pueblo. Los jesuitas, así como el fotógrafo Brahim Naoum Canaan, nos proporcionaron las fotografías del «genocidio» del Monte Líbano.


Otro testigo de este horrible crimen, fue Gibran Khalil Gibran. Apuntó con el dedo a los asesinos cuando escribió:


«Mi gente murió en la cruz. Murieron mientras sus manos se extendían hacia el Este y el Oeste, mientras los restos de sus ojos miraban la oscuridad del firmamento. Murieron en silencio, porque la humanidad había cerrado sus oídos a su grito. Murieron porque confiaron en toda la humanidad. Murieron porque no oprimieron a los opresores. Murieron porque eran las flores aplastadas, y no los pies aplastadores. Murieron porque eran los creadores de la paz. Murieron de hambre en una tierra rica en leche y miel. Murieron porque los monstruos del Infierno se levantaron y destruyeron todo lo que crecía en sus campos, y devoraron las últimas provisiones en sus cubos. Murieron porque las víboras y los hijos de las víboras escupieron veneno en el espacio donde los cedros sagrados y las rosas y el jazmín respiran su fragancia».


Insistió en describir al Monte Líbano como «una tierra rica en leche y miel», porque quería dejar claro que no había escasez natural de alimentos, pero lo que él llamaba víboras -o «el enemigo»- se organizaba y causaba esta hambre. Kafno, en siricaco «hambre», no fue un desastre natural. Fue un crimen contra la humanidad. El Kafno fue un «genocidio» ¡La gente sólo murió porque eran cristianos!


Antoine Boustany, autor de Histoire de la Grande Famine, se pregunta lo siguiente:


«Que s’est-il passé chez les Chrétiens du Mont-Liban pour adopter ce comportement bizarre?»

(¿Qué pasó con los cristianos del Monte Líbano que les hizo adoptar este extraño comportamiento?)


También pregunta:


«¿Dónde están los tribunales para crímenes de guerra? ¿Dónde están las compensaciones para las 200,000 víctimas inocentes?».


Los 200,000 mártires fueron borrados, así como su causa, su memoria y su memorial. Su memorial, su monumento, fue el pico más alto de toda la región: Qornet Sodé (en siríaco), la cumbre de los mártires. Había sido dedicado a las víctimas del «genocidio» durante las invasiones de los mamelucos de finales del siglo XIII. Incluso aquí, su memoria fue borrada, junto con las víctimas de los Mamelucos. Qornet Sodé fue arabizado en Qornet al Sawda. La Cumbre de los Mártires se convirtió en la «Cumbre Negra», tan oscura como el futuro de un pueblo sin memoria y sin identidad.


« D'où vient cette lâcheté, cette hypocrisie?», añade el profesor Antoine Boustani: ¿de dónde podría venir esta cobardía, esta hipocresía?

No responsabilizar a los criminales es un crimen en sí mismo. Sabemos por muchos testigos, que los dignatarios libaneses se arrastraron a los pies de Djemal Pacha en lugar de resistir. ¿Por qué se repite la historia?, preguntamos. ¿Qué pasó después de 1920, después de que recogimos y enterramos nuestros cientos de miles de cuerpos? ¿Qué camino elegimos más específicamente en 1943?


Para construir el Gran Libano, ¿fue honestamente necesario sacrificar al Líbano histórico? El Líbano histórico podría haber sido el corazón y el espíritu de la nueva nación en lugar de ser considerado como un obstáculo. No era necesario abandonar nuestra lengua siríaca, ni ocultar nuestra historia cristiana formada por la sangre de nuestros mártires. No podemos construir nuestra personalidad ni evolucionar como pueblo, ni podemos erigir una nación sobre la denigración de lo esencial, lo existencial. Los elementos de la identidad no pueden formar parte de concesiones, negociaciones o compromisos. Esta es la esencia de lo que somos. No se construye una nación, ciertamente, sobre la mentira ni sobre la amnesia.


El 50% de nuestra gente murió, y la mitad de los sobrevivientes son los que huyeron del país moribundo. Somos los descendientes de la mitad de la mitad. Somos los herederos de aquellos que estaban muriendo y arrastrándose en el barro cuando llegaron los franceses.


El Mariscal Foch dijo:


«Parce qu'un homme sans mémoire est un homme sans vie, un peuple sans mémoire, est un peuple sans avenir».

(Porque un hombre sin memoria es un hombre sin vida, un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro).


En el mismo sentido que Rémy de Gourmont escribió:


«Quand un peuple n’ose plus défendre sa langue, il est mûr pour l’esclavage».

(Cuando un pueblo ya no se atreve a defender su lengua, está maduro, listo, para la esclavitud).



¿Y qué decir de Ely Wiesel, un sobreviviente rumano de Auschwitz, quien afirma: «Olvidar un Holocausto es matar dos veces»?


Para construir el Gran Líbano, vendimos todo: Lengua e Identidad; Historia y Mártires.


Niños víctimas del genocidio del Kafno

¿Pero qué hay de la gente? ¿Qué hay de los grandes riesgos tomados por el fotógrafo Brahim Naoum Canaan, por los jesuitas y los sacerdotes y obispos maronitas que fueron juzgados en consejo de guerra y a veces ejecutados? Todos estos sacrificios se hicieron para proporcionarnos constancia a fin de mantener nuestro deber de recuerdo. ¿Tenemos derecho a conservar nuestra actitud de cobardes e hipócritas escondiéndonos detrás del concepto de vivir juntos en armonía?



El «genocidio» de los cristianos del Oriente –llamado Tseghaspanoutioun por los armenios, Seyfo (la espada) por los cristianos de la Alta Mesopotamia, y Kafno (la Hambruna) por los cristianos del Monte Líbano–, este «genocidio», es un deber el recordarlo. No se puede asesinar a un pueblo dos veces; primero con la muerte y luego con el silencio y el olvido.


Es una obligación nacional que debe ser considerada a todos los niveles por las instituciones estatales, religiosas y culturales. Nuestros mártires, nuestra lengua y nuestra identidad son todos uno. «Porque un hombre sin memoria es un hombre sin vida, el pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro».


¿Cuándo dedicaremos una plaza pública y un monumento conmemorativo?


¿Cuándo consagraremos un día nacional?


¿Cuándo la Iglesia Maronita le dedicará un lugar en el calendario litúrgico?


Maronita

Syriac Maronite Union-Tur Levnon

También: Se puede ver el episodio (en inglés) en la serie de televisión como se transmite por Nour Al-Sharq Tv.

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