La huella de los fenicios en el paisaje fue profunda, ya que introdujeron el cultivo de la vid y del olivo, desarrollando toda una industria revelada por los numerosos lagares excavados en la roca viva por toda Fenicia y sus fundaciones. También se les consideraba maestros de la arquitectura. La Biblia hebrea cuenta que en el siglo X a.C., el rey Hiram, amigo del rey David, envió arquitectos y artesanos de Tiro y Biblos para construir el templo de Jerusalén.

Por: Dr. Amine Jules Iskandar
Syriac Maronite Union-Tur Levnon
Asociado de maronitas.org
Escrito para Ici Beyrouth
Publicado el 17 de abril
La expansión comercial de Tiro se remonta al siglo X a.C., lo que convierte a los fenicios en los precursores del modelo de relaciones panmediterráneas. En algunos lugares, su asentamiento tuvo una duración considerable, como en la Península Ibérica, donde se extendió del 950 al 200 a.C., siete siglos de presencia atestiguada. Cyprian Broodbank subraya el vínculo entre el concepto de globalización y los fenicios, señalando que, desde principios del primer milenio a.C., estos últimos trazaron la perspectiva panmediterránea surcando los mares entre las costas del Líbano y las Columnas de Hércules.

La organización del territorio
Contrariamente a las ideas preconcebidas, la presencia fenicia no se limitó a los puertos. Su influencia fue profunda en el territorio. Esta huella se reflejó en la arquitectura, incluidos los templos y su zona sagrada llamada témenos (n. del tr.: en la Antigua Grecia, un témenos, del griego τέμενος, «recinto», era un terreno cercado que rodeba un templo o que estaba reservado como lugar sagrado). También apareció en el paisaje a través del desarrollo de la agricultura y la introducción de ciertas arquitecturas o industrias megalíticas o incluso monolíticas, excavadas en roca maciza. Todo evoca el país de origen.
La arquitectura funeraria muestra dos tradiciones fenicias, la de las estelas, sobre todo obeliscos, y la de las bóvedas monumentales, o hipogeos, y sarcófagos megalíticos a veces excavados en el suelo rocoso, como lo demuestran todavía varios yacimientos diseminados en los bosques y montañas libanesas.
El trazado de las ciudades malagueñas recuerda también al de las libanesas, establecidas en las desembocaduras de los ríos. Cerdeña ofrece un ejemplo de la impronta fenicia en el paisaje del interior, lejos de limitarse a los puertos y al comercio marítimo como algunos tópicos quieren hacernos creer.
La huella de los fenicios en el paisaje fue profunda, ya que introdujeron el cultivo de la vid y del olivo, desarrollando toda una industria. Lo revelan los numerosos lagares excavados en la roca, como en Beirut, Anfe, Zaarour y en todas partes de Fenicia y sus fundaciones. Las investigaciones sobre el ADN han demostrado el origen levantino de estas plantas en varias regiones de Malta, Iberia e Italia. Carolina López-Ruiz cita especialmente el tratado de agricultura del cartaginés Magon (ca. siglo III-II a.C.), traducido por los romanos y utilizado como referencia durante siglos.

Arquitectura doméstica
Los fenicios también eran considerados maestros de la arquitectura. La Biblia hebrea nos cuenta que en el siglo X a. C., el rey Hiram de Tiro, amigo del rey David, envió a Salomón no sólo madera de cedro, sino también carpinteros y maestros albañiles de Tiro y Biblos, junto con arquitectos y artesanos para la construcción del Beit ha-Miqdach, el templo de Jerusalén. Estos grandes constructores de barcos rápidos, como los birremes y los quinqueremes, injustamente atribuidos a los griegos, poseían las mejores técnicas de carpintería.
La arquitectura fenicia de este siglo X se caracterizó por una cierta monumentalización del hábitat y por el uso de columnas en los lugares de culto. Los ejemplos más conocidos son el tipo del «templo con pilares» y la «casa con siete pilares». Para Camille Aboussouan, este último es muy interesante, ya que pervive incluso en la casa vernácula de las montañas libanesas. En 1936, Maurice Dunand descubrió en Biblos vestigios de esta arquitectura que constituían la vivienda más antigua conocida. También en este caso, la Biblia sirve de referencia, ya que leemos en el Libro de los Proverbios (capítulo 9, versículo1): «La Sabiduría construyó su casa; talló sus siete pilares».
Los seis pilares periféricos se integraron, con el tiempo, en los muros, dejando sólo el pilar central, colocado a dos tercios de la longitud de la viga principal. Es este séptimo pilar, conocido como el pilar de la sabiduría, el que aún encontramos en la casa vernácula.