top of page

La arquitectura fenicia en el tríptico de Occidente

Actualizado: 21 abr 2023

La huella de los fenicios en el paisaje fue profunda, ya que introdujeron el cultivo de la vid y del olivo, desarrollando toda una industria revelada por los numerosos lagares excavados en la roca viva por toda Fenicia y sus fundaciones. También se les consideraba maestros de la arquitectura. La Biblia hebrea cuenta que en el siglo X a.C., el rey Hiram, amigo del rey David, envió arquitectos y artesanos de Tiro y Biblos para construir el templo de Jerusalén.

#maronitas

Por: Dr. Amine Jules Iskandar

Syriac Maronite Union-Tur Levnon

Asociado de maronitas.org

Escrito para Ici Beyrouth

Publicado el 17 de abril


La expansión comercial de Tiro se remonta al siglo X a.C., lo que convierte a los fenicios en los precursores del modelo de relaciones panmediterráneas. En algunos lugares, su asentamiento tuvo una duración considerable, como en la Península Ibérica, donde se extendió del 950 al 200 a.C., siete siglos de presencia atestiguada. Cyprian Broodbank subraya el vínculo entre el concepto de globalización y los fenicios, señalando que, desde principios del primer milenio a.C., estos últimos trazaron la perspectiva panmediterránea surcando los mares entre las costas del Líbano y las Columnas de Hércules.

Iglesia de san charbel
Templo de Jerusalén con las columnas Yakin y Boaz. Grabado del siglo XVI de François Vatable. ©Wikimedia

La organización del territorio


Contrariamente a las ideas preconcebidas, la presencia fenicia no se limitó a los puertos. Su influencia fue profunda en el territorio. Esta huella se reflejó en la arquitectura, incluidos los templos y su zona sagrada llamada témenos (n. del tr.: en la Antigua Grecia, un témenos, del griego τέμενος, «recinto»​, era un terreno cercado que rodeba un templo o que estaba reservado como lugar sagrado). También apareció en el paisaje a través del desarrollo de la agricultura y la introducción de ciertas arquitecturas o industrias megalíticas o incluso monolíticas, excavadas en roca maciza. Todo evoca el país de origen.


La arquitectura funeraria muestra dos tradiciones fenicias, la de las estelas, sobre todo obeliscos, y la de las bóvedas monumentales, o hipogeos, y sarcófagos megalíticos a veces excavados en el suelo rocoso, como lo demuestran todavía varios yacimientos diseminados en los bosques y montañas libanesas.


El trazado de las ciudades malagueñas recuerda también al de las libanesas, establecidas en las desembocaduras de los ríos. Cerdeña ofrece un ejemplo de la impronta fenicia en el paisaje del interior, lejos de limitarse a los puertos y al comercio marítimo como algunos tópicos quieren hacernos creer.


La huella de los fenicios en el paisaje fue profunda, ya que introdujeron el cultivo de la vid y del olivo, desarrollando toda una industria. Lo revelan los numerosos lagares excavados en la roca, como en Beirut, Anfe, Zaarour y en todas partes de Fenicia y sus fundaciones. Las investigaciones sobre el ADN han demostrado el origen levantino de estas plantas en varias regiones de Malta, Iberia e Italia. Carolina López-Ruiz cita especialmente el tratado de agricultura del cartaginés Magon (ca. siglo III-II a.C.), traducido por los romanos y utilizado como referencia durante siglos.


parroquia de san charbel
El séptimo pilar de la sabiduría, en una casa vernácula de Aqoura. ©Amine Jules Iskandar

Arquitectura doméstica


Los fenicios también eran considerados maestros de la arquitectura. La Biblia hebrea nos cuenta que en el siglo X a. C., el rey Hiram de Tiro, amigo del rey David, envió a Salomón no sólo madera de cedro, sino también carpinteros y maestros albañiles de Tiro y Biblos, junto con arquitectos y artesanos para la construcción del Beit ha-Miqdach, el templo de Jerusalén. Estos grandes constructores de barcos rápidos, como los birremes y los quinqueremes, injustamente atribuidos a los griegos, poseían las mejores técnicas de carpintería.


La arquitectura fenicia de este siglo X se caracterizó por una cierta monumentalización del hábitat y por el uso de columnas en los lugares de culto. Los ejemplos más conocidos son el tipo del «templo con pilares» y la «casa con siete pilares». Para Camille Aboussouan, este último es muy interesante, ya que pervive incluso en la casa vernácula de las montañas libanesas. En 1936, Maurice Dunand descubrió en Biblos vestigios de esta arquitectura que constituían la vivienda más antigua conocida. También en este caso, la Biblia sirve de referencia, ya que leemos en el Libro de los Proverbios (capítulo 9, versículo1): «La Sabiduría construyó su casa; talló sus siete pilares».


Los seis pilares periféricos se integraron, con el tiempo, en los muros, dejando sólo el pilar central, colocado a dos tercios de la longitud de la viga principal. Es este séptimo pilar, conocido como el pilar de la sabiduría, el que aún encontramos en la casa vernácula.

Bechara Pedro Rai
A la izquierda, una moneda acuñada bajo Macrin que muestra un templo fenicio con una pirámide (Mission de Phénicie Calmann Lévy París 1864). A la derecha, la pirámide de Hermel (Revue "Phenicia" n°7 Beyrouth octubre 1938)

Arquitectura sagrada


En cuanto al «Templo con pilares», está atestiguado en la misma Fenicia en Biblos, en Sicilia en Motye (Motya), en la isla de Chipre en Kition (la actual Larnaca), y en el Miqdach Chlomo (templo de Salomón en Jerusalén) donde los dos pilares más famosos erigidos a la entrada se llamaban Yakin (colocar) y Boaz (la fuerza en él). El arquitecto Hiram, enviado por el rey Hiram I de Tiro, «colocó los pilares en el pórtico del templo; colocó el pilar derecho y lo llamó Yakin; luego colocó el pilar izquierdo y la llamó Boaz» (1 Re 7, 21).


El templo fenicio se caracteriza así por su entrada con dos pilares eólicos. Pero también están las piletas, el pozo, el altar, los obeliscos, los betilos y un conjunto de santuarios-tabernáculos cuya tradición aún encontramos viva en el Líbano cristiano bajo el nombre de mazar.


En el corazón de esta arquitectura sagrada se encuentra el Qodech ha qodchim (el santo de los santos). Se trata del ádyton (t. del tr: del griego τὸ ἄδυτον, «lugar en el que no se puede entrar», es un término de arquitectura que designa en el templo de la Antigua Grecia al espacio reservado para ciertas funciones, la mayoría religiosas), que es la parte reservada a los sacerdotes. Se conoce como la cella por los romanos y la naos por los griegos. Antes de su reconstrucción en la época romana en un estilo columnario clásico, los templos ádyton estaban coronados por una pirámide a la manera del ejemplo posterior de Hermel.


No menos importante es el espacio exterior llamado témenos. Se trata de una zona sagrada protegida por un recinto, denominado períbolo, que alberga la parte principal del proceso ceremonial. En su centro se encuentra el tofet (tb. tophet o topheth, altar en hebreo), donde tiene lugar el ritual del sacrificio. En esta zona sagrada se encuentra el ádyton.


En estos templos encontramos el uso de conchas en el pavimento como símbolos de Astarté. A veces hay dos altares, uno para Baal y otro para Astarté, como ocurre en El Carambolo, en la provincia de Sevilla. Esta costumbre también ha sobrevivido en el Líbano, con iglesias de doble nave, dos ábsides y dos altares dedicados cada uno a un santo.


La planta «en anta» (in antis. n. del tr.: es un término arquitectónico que describe los pilares situados a ambos lados de una puerta o entrada a un edificio, en especial de un templo griego), emblemática de esta arquitectura, se revela por las dos columnas que enmarcan la entrada y que quedan ocultas en las fachadas laterales por el saliente de los muros. Se diferencia del templo períptero (n del tr.: de griego περίπτερος, edificio que está rodeado por una fila de columnas alineadas en cada uno de sus lado) o incluso del prostyle (n. del tr: del griego πρόστυλος, tener pilares, edificio con una hilera de pilares delante como en el pórtico de un templo griego) en que sus pilares sólo son visibles desde una dirección. Encontramos esta forma en los pequeños templos del Monte Líbano y de la Beqaa reconstruidos en época romana.


Esta tradición era especialmente característica de los pequeños santuarios-tabernáculos y se había extendido a las estelas donde las figuras, reyes y divinidades, estaban enmarcadas por dos columnas. Esta costumbre atravesará los siglos para encontrarse aún en el arte cristiano, como lo muestran los manuscritos siríacos como el Codex Rabulensis y los frescos medievales del Líbano. Se dice que el modelo «en anta» (oikos) influyó en los griegos en el siglo VII, antes de que en el siglo V la arquitectura fenicia empezara a helenizarse a su vez.

 

Para leer el texto original en francés: L’architecture phénicienne dans le triptyque de l’Occident


Para leer el texto en inglés: En preparación por SyriacPress

468 visualizaciones
bottom of page