El Mediterráneo, cuna de la civilización occidental, se construyó sobre un tríptico fenicio-griego-romano. Sin embargo, el antagonismo romano-cartagines, así como la novela identitaria europea del siglo XIX y la cruel falta de documentación borraron el elemento fenicio del mito fundacional.

Por: Dr. Amine Jules Iskandar
Syriac Maronite Union-Tur Levnon
Asociado de maronitas.org
Escrito para Ici Beyrouth
Publicado el 1 de abril
El Mediterráneo, cuna de la civilización occidental, se construyó sobre un tríptico fenicio-griego-romano. Sin embargo, la inmensa mayoría de los libros de historia, literatura y filosofía sólo mencionan el díptico greco-romano. ¿Qué hay de los precursores fenicios que fundaron el principio panmediterráneo?

Prejuicios
En su libro Phoenicians and the Making of the Mediterranean, la autora Carolina López-Ruiz denuncia la imagen distorsionada de este pueblo de Canaán. Debido al antagonismo entre romanos y cartagineses, a la novela de la identidad europea del siglo XIX y a una cruel falta de documentación, escribe, el fenicio puede ser considerado un comerciante, un artesano o un pirata, pero nunca un escritor, un poeta, un cantante o un filósofo. ¿Qué manuales escolares mencionan la identidad fenicia de matemáticos, filósofos, astrónomos y geógrafos como Tales de Mileto (625-545 a.C.), Pitágoras (570-475 a.C.), Magón de Cartago (III-II a.C.) o Marinos de Tiro (siglos I-II d.C.)?
Algunos autores, como Josephine Quinn y Nicholas Purcell, llegan a cuestionar la existencia misma de los fenicios como pueblo, cultura, lengua y tradición. Parecen olvidar que la civilización griega que alaban también estaba formada por ciudades-Estado independientes hasta las conquistas de Alejandro.
Incluso se cuestionan las cualidades del artesano, ya que el tópico dice que el fenicio sólo era un comerciante codicioso con valores puramente mercantiles. Los productos que exportaba se atribuyen, según su estilo, a una u otra civilización. Si son de fabricación asiria, se les asignará este origen, ocultando la identidad del artesano. A otros productos, procedentes de los talleres de los puestos comerciales, se les niega su origen fenicio aunque sean obra de levantinos asentados en estas fundaciones.

El mito grecorromano
Porque la Europa del siglo XIX pretende construirse la historia de un Occidente fundado en la civilización exclusivamente grecorromana, el elemento fenicio, precursor de la realidad panmediterránea, parece molestar. Así, reducir Fenicia a una función de puente entre Oriente y Occidente, reducirla a un papel de intermediario, de transmisor de culturas, es negar su existencia misma como entidad y negar su dimensión civilizadora en el proceso de las innovaciones.
El mismo error se cometió al limitar el periodo siríaco a una función de traducción y transmisión de cultura de los griegos a los árabes o a Europa. Encontramos de nuevo esta torpeza en la reducción del Líbano a un mensaje o a un puente, negándole la cualidad básica de una nación o incluso de un país.
No se puede negar, empero, que las aportaciones e innovaciones creativas de los fenicios nunca cesaron, ni siquiera bajo la dominación de otros imperios. No cesaron bajo los asirios (736-609) y los caldeos (605-539), ni más tarde, en los periodos persa y helenístico. Su papel central en la construcción del Mediterráneo antiguo lo explica Carolina López-Ruiz, refiriéndose a Heródoto, quien señaló que, en la triangulación formada por los elementos griegos, egipcios y semitas, el fenicio aparecía como el factor común que actuaba como cemento civilizador.
Identidad lingüística
En los imperios de la Antigüedad Oriental, incluso después de la invención y propagación del alfabeto fenicio, las inscripciones oficiales siguieron haciéndose en acadio cuneiforme o en egipcio jeroglífico para sus bienes imperiales o sagrados. Los fenicios insistieron en grabar sus inscripciones reales utilizan