El canto siríaco y su música transmiten el mensaje cristiano de forma sencilla y humilde. Es una búsqueda permanente de sentido y de lo absoluto. El artista deja paso a la obra y el cantante presta su voz a una tradición que le supera. Se descartan proezas técnicas, percibidas en su mayor parte como obstáculos a la transparencia y, por tanto, a la acogida de lo divino.

Por: Dr. Amine Jules Iskandar
Syriac Maronite Union-Tur Levnon
Asociado de maronitas.org
Escrito para Ici Beyrouth
Publicado el 17 de septiembre de 2022
Más que una escuela de música, artes visuales, culinarias o sagradas, más que un taller de pintura, escultura o artesanía, Philokalia es un conservatorio de identidad y un laboratorio de modernidad. Establecido en el Monasterio de la Visitación de Aintoura, en Kesrouan, este instituto se basa en la esencia del patrimonio para detectar los principios internos de la identidad, más allá de la forma aparente.

Austeridad
La hermana Marana Saad comenzó su exploración de una cultura construida sobre la espiritualidad a partir del canto sagrado siríaco maronita. Tanto en la música como en la arquitectura, la escritura, la pintura y la escultura, esta tradición se basa en el principio de austeridad como condición de transparencia y de verdad. La arquitectura sólo tolera la escultura cuando tiene un valor simbólico, con un mensaje teológico. La escritura no tolera el virtuosismo caligráfico y busca permanecer tan pura como la Palabra que encarna. La pintura, en su dimensión iconográfica, está destinada a la lectura y no al disfrute.
Según los mismos principios, El canto siríaco y su música transmiten el mensaje cristiano de forma sencilla y humilde. Es una búsqueda permanente de sentido y de lo absoluto. El artista deja paso a la obra y el cantante presta su voz a una tradición que le supera. Se descartan proezas técnicas, percibidas en su mayor parte como obstáculos a la transparencia y, por tanto, a la acogida de lo divino.

Virtuosismo
La hermana Marana, que ama la música en la diversidad de culturas, y que enseña tanto la muachah árabe como el canto siríaco maronita, advierte contra las interferencias entre estilos. Cada tradición tiene su propio espíritu al que se debe ser fiel. Las proezas vocales y el virtuosismo técnico que hay que cultivar en algunas culturas no tienen cabida en la tradición maronita. Y la hermana Marana nos ofrece espontáneamente una doble actuación comparativa para demostrar que la voz, en la austeridad del canto maronita, es mucho más difícil de sostener que en las formas más animadas. Tratando de evitar esta dificultad, algunos cantantes se refugian en el virtuosismo para camuflar los posibles fallos.
Coro de Philokalia. ©Amine Jules Iskandar
Alteraciones
La pureza que constituye la base del canto maronita también puede verse comprometida por razones puramente lingüísticas. Porque este canto en su versión siríaca tiene un potencial que se pierde en las traducciones al árabe. En este sentido, es técnicamente imposible sustituir una lengua como el siríaco o el libanés, que tienen cinco vocales (a, é, i, o, u), por el árabe, que sólo tiene tres movimientos (harakat). El compositor se ve obligado a remediar esta carencia mediante movimientos vocales, recurriendo así al manierismo, que es fundamentalmente ajeno al espíritu del cristianismo siríaco, y más concretamente a su versión maronita. La teología maronita busca a Dios a través de la Verdad absoluta, libre de todo elemento superfluo. Este pensamiento es siempre fiel a sus orígenes ascéticos y eremíticos.
Así, varios factores pueden alterar el canto siríaco. Está la elección del idioma, la intrusión de instrumentos orientales que a veces se acompañan inconscientemente de sus propias tradiciones musicales, pero también está el desconocimiento de la cultura ma