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San Agustín, el compromiso político

Actualizado: 21 ene

San Agustín permitió al pensamiento cristiano liberarse de su antipolítica. Reconoció la naturaleza coercitiva del Estado y la importancia del compromiso humano en la política como base para construir la sociedad. Y en el centro de esta construcción situó a la familia, el «regnum uxorium» (reino conyugal).

#maronitas

Por: Dr. Amine Jules Iskandar

Syriac Maronite Union-Tur Levnon

Asociado de maronitas.org

Escrito para Ici Beyrouth

Publicado el 14 de enero de 2023


La muerte del Papa emérito Benedicto XVI ha despertado el recuerdo de los grandes pensadores de la Iglesia, como Santo Tomás de Aquino, San Gregorio Magno y, por supuesto, San Agustín. Este último fue, junto con Ambrosio de Milán, Gregorio Magno y Jerónimo de Estridón, uno de los cuatro padres de la Iglesia occidental. Fenicio púnico, de padre pagano, Patricio, y madre ferviente cristiana, Mónica, que se llamaba Aurelio Augustino, nació en 354 y no fue bautizado hasta 387 por Ambrosio de Milán. Fue obispo de Hipona, actual Annaba en Argelia, en 395 hasta su muerte en 430.


San Agustín por Tomas Giner -1458. Wikimedia Commons
San Agustín por Tomas Giner – 1458. ©Wikimedia Commons

El padre de Occidente


De cultura latina y con escaso dominio del griego, lengua del Imperio del Oriente, desempeñó un papel destacado en el pensamiento del cristianismo occidental, al que contribuyó a romanizar. Fue sobre todo en sus controversias donde trató de confrontar a los autores paganos con sus propios argumentos. Paradójicamente, se impregnó de esta cultura, que acabaría marcando su aportación a la Iglesia, ahora impregnada de la ideología política imperial de la antigua Roma.


Su filosofía neoplatónica dominaría la teología occidental hasta el siglo XIII, cuando Tomás de Aquino reimpuso el enfoque de Aristóteles. Pero incluso Tomás acabó incorporando gran parte de la herencia agustiniana a su obra rigurosamente aristotélica. Agustín, como Padre de la Iglesia, fue para Occidente lo que Orígenes fue para el Oriente griego y ruso, y San Efrén para las Iglesias siríacas.


El retorno a estos grandes pensadores es hoy necesario en la gran confusión que recorre el mundo. Es un relativismo exacerbado que hoy niega toda verdad y cuestiona la evidencia misma de la naturaleza. Es una concepción bastante estrecha de los valores humanos la que se extiende en el liberalismo que da origen a la ideología woke. La tolerancia y la alteridad son empujadas hasta la inhibición del discernimiento y hasta ciertas formas de nihilismo.


El Papa Benedicto XVI tuvo que recordarnos que «la libertad y la tolerancia están muy a menudo separadas de la verdad» (Sydney, 2008). El wokismo es una ideología que rechaza toda realidad e identidad, rechaza la cultura, la religión, la nación, la familia, el cuerpo y el género.


Discernimiento


Ya en el siglo V, San Agustín se enfrentó a los altos funcionarios que achacaban a la actitud de los cristianos, la caída de Roma. Tuvo que contextualizar el mal entendido concepto de poner la mejilla izquierda, dar su capa además de su túnica y no devolver mal con mal. El obispo de Hipona había elaborado entonces la noción del uso legítimo de la fuerza, que heredó en parte de la República romana, pero también de las enseñanzas de Cristo, incluida la expulsión de los mercaderes del templo.


En una época en que la sumisión se justifica con falsos conceptos de coexistencia, convivencia y alteridad, las enseñanzas de San Agustín ayudan a poner las cosas en su sitio. Sus pensamientos, tanto teológicos como políticos, se desarrollaron en sus tres obras maestras compuestas en Hipona tras su regreso de Milán: Las Confesiones (397-400), Sobre la Trinidad (410-416) y La Ciudad de Dios (410-426), en las que ofrece un modelo de gobierno.


Todavía en la corriente del neoplatonismo, y opuesto al maniqueísmo, Agustín favorecía la noción de un Dios todopoderoso que permite la victoria del Bien. Contribuyó al desarrollo de la noción de justicia y al fortalecimiento de la sociedad, su equilibrio y bienestar. Para proteger estos valores, aceptó el principio de la violencia en política, el uso de la fuerza legítima y el concepto de guerra justa. Este último concepto ya estaba presente en La República de Platón y en la Política de Aristóteles, pero es la primera vez que lo incorpora un pensador cristiano. Sin embargo, Agustín establece las condiciones de que la guerra sólo puede ser declarada por una autoridad legítima, que es defensiva y que debe promover lo justo y el bien.


#maronites
Relicario de la basílica de San Agustín en Hipona, actual Annaba, Argelia: el hueso del brazo derecho del santo. ©Wikimedia Commons

Fuerza legítima