Santiago* de Sarug (ca. 451-ca. 521) fue un poeta conocido como “la Flauta del Espíritu Santo y el Arpa de la Iglesia” y obispo de Baṭnan de Sarug (fl. 519–21). La mayor parte de la poca información sobre su vida proviene de dos fuentes: Jósé Simón Assemani (1687-1768, en su Bibliotheca Orientalis, I, CCLXXXVI-IX), y Jean Bastiste Abebellos (1836-1906, en su De vitâ et scriptis S. Jacobi Sarugensis [Leuven, 1867], CCCXI–XII); además existen dos panegíricos sobre él (ed. Krüger, OC LVI [1972]) y una biografía tardía.

Nacido en Kurtam, en el Éufrates, sus dones poéticos se hicieron evidentes desde el principio. Él era un estudiante en la Escuela de Edesa, y esto explica la aparición en sus ܡܶܐܡ̈ܪܶܐ (memrē, homilías métricas) de algunas tradiciones exegéticas que se remontan a Teodoro de Mopsuestia (ca. 350-428).

En una fecha desconocida fue nombrado corepíscopo de Hauran (حوران) y luego, en 519, a la edad de 67 años, fue consagrado obispo de Baṭnan por mons. Pablo de Edesa (fl. ca. 510-526). La fecha de su muerte se da el 29 de noviembre de 521 según se dice en Bibliotheca Orientalis y esta es la fecha de su conmemoración litúrgica; otras fuentes, sin embargo, dan fechas diferentes, e incluso con un año de diferencia, el 520 (cf. Arthur Võõbus [1909-1988], Handschr. Überlieferung, vol. 1, 4).

Santiago es conocido principalmente por su verso ܡܶܐܡܪܳܐ (memro, homilía métrica) de 12 sílabas (que lleva su nombre). Pero también tiene escritos en prosa. Y se le atribuyen varios textos litúrgicos entre los que destaca el ritual de bautismo maronita, aunque estas atribuciones son inciertas.

A pesar de que mons. José Simón Assemani y otros han afirmado que Santiago de Sarug era calcedoniano, ahora se sabe que se opuso al concilio de Calcedonia (año 451): esto está claro en algunas de sus Cartas según refiere Sebastian Brock (2011), pues no le gustaba el enfoque esquemático de la teología seguido por el concilio, ya que su preferencia era la teología del símbolo y la paradoja que caracterizaban el enfoque de san Efrén de Nisibe († 373); por lo que, en el fondo, no se opuso al contenido sino a la forma, pues de lo contrario los maronitas lo hubieran desechados de sus textos litúrgicos y de su sinaxarion.

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* (o Jacobo)