«A todo el que se le ha dado mucho, mucho se le exigirá, y al que le encomendaron mucho, mucho el pedirán» (Lc, 12, 48). Charles Malek, filósofo cristiano ortodoxo, toma como testigo a la Divina Providencia y se pregunta si sus compatriotas maronitas, que han recibido más que ningún otro pueblo de Oriente, serán conscientes de esta gravedad. Y, sobre todo, ¿serán dignos de lo que se les ha confiado?
Por: Dr. Amine Jules Iskandar
Syriac Maronite Union-Tur Levnon
Asociado de maronitas.org
Escrito para Ici Beyrouth
Publicado el 9 de noviembre de 2024
Nacido en 1906 en el norte del Líbano, en Bterram (en siríaco: el pueblo alto), Charles Malek lideró una lucha cultural por el Líbano y por los derechos humanos hasta su muerte en 1987. Su filosofía se basaba en los valores y principios del cristianismo, que utilizó como base para redactar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Filosofía
Estudió filosofía con Martin Heidegger antes de abandonar Alemania, desilusionado por el ascenso del nazismo. Después se marchó para continuar su formación con Alfred North Whitehead en Harvard, donde acabó enseñando, así como en otras instituciones estadounidenses. También fundó los departamentos de filosofía y antropología cultural de la Universidad Americana de Beirut.
Este filósofo trabajó duro por el ecumenismo entre las tres corrientes del cristianismo. Ortodoxo él mismo, se interesó mucho por la Iglesia católica y, más concretamente, por su rama maronita. Como teólogo, fue incluso adoptado por los círculos evangélicos. En 1966 fue nombrado vicepresidente de la Sociedad Bíblica Universal y en 1967 presidió el Consejo Mundial para la Educación Cristiana. Su acercamiento al protestantismo, así como su inclinación por el trasfondo siríaco de los maronitas, le llevaron a ampliar su campo de interés al judaísmo.
En 1945, fue nombrado embajador libanés en Estados Unidos y en la Conferencia de San Francisco en la que nacieron las Naciones Unidas. Al año siguiente, participó como ponente en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y después en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos junto a la presidenta Eleanor Roosevelt, a la que sucedió en 1952.
Designado como «fuerza motriz» de la redacción de esta carta, Charles Malek le infundió su formación cristiana, su profunda fe y los valores de la Biblia en los diversos aspectos de la dignidad humana.
Combate político
En Líbano, cuando fue ministro de Educación Nacional (1956-1957) y de Asuntos Exteriores (1956-1958), fue elegido diputado. Pero fue sobre todo con el estallido de la guerra en el Líbano en 1975 cuando se dio a conocer como pilar de la resistencia dentro del Frente Libanés. Charles Malek era el único miembro ortodoxo del Frente, formado por líderes y pensadores maronitas. Sin embargo, fue él quien sondeó, detectó y clarificó la sustancia y el trasfondo de la identidad y la espiritualidad maronitas que iba a establecer como base para la fundación de la idea del Líbano.
Para dirigirse a los maronitas, recurrió al versículo 48 del capítulo 12 del Evangelio de san Lucas. Con este versículo, les hizo responsables del Líbano, de sus diferentes confesiones cristianas, de cada una de sus cuatro comunidades, de la libertad individual y colectiva y de la dignidad humana.
Se les exigirá más
«A todo el que se le ha dado mucho, mucho se le exigirá, y al que le encomendaron mucho, mucho el pedirán» leemos en el Evangelio de san Lucas 12, 48. Charles Malek continúa diciendo que los diez dones ofrecidos generosamente a los maronitas no pueden traducirse en ningún caso en presunción; al contrario, sólo pueden imponer humildad y la conciencia de un arduo deber, una pesada responsabilidad y una inmensa deuda. Así tituló su carta de once artículos: Il vous est exigé davantage (Se les exigirá más)
En diez artículos, Charles Malek enumera y desarrolla cada uno de los diez dones que permiten a los maronitas existir como pueblo, cultura, historia y nación. En el undécimo artículo, les hace responsables de este privilegio único en Levante y de la importancia de lo que se les ha confiado. Sin embargo, lejos de querer presentar estos dones apologéticamente, el filósofo escribió su carta en forma de advertencia.
Primer y segundo dones: Monte Líbano
Como primer don, «los maronitas recibieron esta gran montaña», comenzó. «Su nombre es uno de los más fragantes de la Biblia y de la historia. Es una fortaleza inexpugnable y el lugar más seguro del Oriente. Ningún pueblo ha tenido jamás derecho a semejante ventaja natural. Descuidar este don en su perfección, en su belleza natural, en su topografía frente al mar y en su perfecto equilibrio, sería un crimen que calificaba de imperdonable.
Su segundo don «es el Líbano», continuó. Se lo han dado, junto con su gente, su patrimonio y sus valores. Por tanto, son responsables de las libertades individuales, así como de las de los grupos y de sus respectivos patrimonios. Por tanto, tienen el deber de garantizar el principio del pluralismo y de trabajar para defender estos valores. Sin libertades individuales, advirtió, la existencia del Líbano, como la de ellos, carecería de sentido.
Tercer don: un cristianismo libre
Los maronitas también han recibido un país plural en el que el cristianismo goza de una libertad de culto que se le niega en todo Oriente. Por tanto, tienen el deber de hacer fructificar esta libertad, de reforzarla y hacerla más consciente y más activa. No puede ser formal e ilusoria. No puede ser inferior o diferente de lo que es en Europa y América.
Para Charles Malek, el Líbano no puede ni debe diferenciarse de los demás países de la región únicamente por las apariencias de modernidad, pompa y prosperidad material. Es en las cuestiones cruciales y existenciales donde encuentra su verdadera especificidad y su razón de ser.
«Los maronitas son responsables de este cristianismo, no sólo para el Líbano, sino mucho más allá», advirtió. Porque si el Líbano cayera, significaría el fin de esta libertad, desde la punta de África hasta los confines de Asia. Y aquí es donde el filósofo ortodoxo toma como testigo a la Divina Providencia y se pregunta si sus compatriotas maronitas serían conscientes de esta grave responsabilidad y si serían capaces de estar a la altura de semejante desafío.
Esta cuestión surgirá una y otra vez en la enumeración de los dones cuarto a décimo (ver el siguiente artículo). Charles Malek aborda a continuación la cuestión de Bkerke y Roma, la liturgia, la historia, el patrimonio, la producción literaria y el papel político de los maronitas. ¿Serán dignos de lo que se les ha confiado?
Para leer el texto original en francés: Charles Malek (1/3)
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